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AGENDA LLENA, NO ES IGUAL QUE VIDA LLENA.

  • Foto del escritor: Mónica Cué
    Mónica Cué
  • 6 jun 2023
  • 7 Min. de lectura

Por Mónica Cué

Estoy segura que todos hemos conocido a alguien, o hemos sido alguna vez ese alguien que siempre está ocupado, que no tiene tiempo para nada, que tiene mil pretextos, muchísima chamba, llamadas, juntas, compromisos extremadamente importantes y no tiene tiempo para nadie que no marque su agenda porque tiene “muchas” cosas que hacer, está siempre a tope de actividades y responsabilidades.


¿Es eficiencia, éxito, productividad o escudo y máscara? A la hora de ver para atrás desde donde estoy hoy, siendo quien soy hoy y después de haber estado ahí, me entero que la agenda llena, no es sinónimo de vida llena sino al contrario, la agenda llena, generalmente esconde una vida vacía y pide a gritos un freno.


Entiendo que hay personas que sienten que no pueden parar, que tienen responsabilidades a tope, se han creado ese personaje y se envuelven en el sentimiento de tener que vivir ocupados para ser o sentirse “productivos”, hay personas que pasan acumulando actividades en la agenda y tienen programada cada hora del día, tener tiempo libre les produce estrés, remordimiento o culpa, pero ¿Están siendo realmente efectivos bajo esa estrategia?, con el personaje creado ¿Se está atendiendo lo importante sin que afecte la salud mental, la tranquilidad y el bienestar emocional? Esto de ser “eficiente” de esa forma ¿realmente te está llevando a serlo? o lo estás usando de máscara como mecanismo de defensa con tal de no frenar para analizar la vida propia, para ver hacia adentro y encontrarse con la realidad sin trastabilleo ¿Qué se esconde detrás de una persona tan ocupada?, ¿Son pretextos?, ¿Es no querer enfrentar la realidad y se entonces se tapa con mil actividades para desviar la atención?, ¿Si se trabaja sin horario, estructura o disciplina se avanza más?, ¿Ganas más dinero?, ¿Te va a traer más trabajo? O más bien, apretarlo todo, te va a dejar más tiempo en la agenda que llenar. No es que serás más exitoso ante los ojos de todos si lo haces así?,entonces, ¿Cuál es realmente la finalidad de saturarte?, ¿No tener tiempo libre te hace pensar que estás siendo más útil, sientes remordimiento y culpa ante el tiempo de ocio?


En realidad yo pienso que lo que sucede es que se están tapando angustias y evitando procesos emocionales profundos. Frenar la aceleración de la vida diaria, estar en calma y sin hacer nada o en silencio por un momento del día te confronta, te hace analizar tu vida y eso es motivo de estrés, muchas veces hasta puede ser que más estrés que lo agitado de la responsabilidad que marca la agenda, huyes de tus pensamientos, utilizas llenar tu agenda como escudo para no regular tu malestar psicológico. Vivir así, tiene consecuencias en todas las áreas de la vida.


Afecta en el rendimiento laboral y efectivo, en la motivación y capacidad de discernir objetivamente, eleva el estrés por más tiempo hasta volverlo crónico, la vida acelerada impacta contrario a lo que se piensa, y lejos de acercarte a la productividad, te aleja de ella; la capacidad de pensamiento objetivo se ve mermada, afecta en el estado de ánimo, en la actitud, en la capacidad de analizar y resolver con claridad o asertivamente, afecta en la calidad del sueño y por supuesto que todo esto tiene repercusiones a nivel cognitivo. Las personas sobreocupadas suelen ser candidatos para tener problemas de memoria, el exceso genera olvidos y falta de atención; y todo esto, se junta con que al estar rebasados, se cometen más errores a la hora de actuar y decidir.


La hiperestimulación y autoexigencia rebasada, nos aleja de nuestro interior, saturarnos de actividades nos consume la energía y nos drena física, emocional e intelectualmente, pero también afecta la vida social y las relaciones interpersonales en todos los niveles.


Vivimos en un entorno social desgastante y a veces se quiere estar en todo y con todos, sin ser realmente selectivos… La sociedad “celebra” a las personas tan ocupadas, pareciera que de esa forma, somos más y mejores, más importantes, más interesantes, más sociables... Se tiene la falsa creencia de que mientras más hacemos, más productivos o más exitosos somos, pero ¿Esto es realmente así?, ¿Perteneces y encajas en todos lados, con todo mundo y en todo plan? Piensalo tantito…


Por supuesto que es importante dejar espacio para nutrir la parte social, pero también en ese aspecto se cae en la sobrecarga de actividades y el famoso FOMO aflora. Nos confundimos y creemos que estar en todo es ser sociable, pero en realidad, es no tener la seguridad de saber elegir, ni en dónde poner la energía. El nivel que tenemos de energía sostenible es limitado, entonces, Tú... ¿A qué se la dedicas?, ¿En qué la inviertes?, ¿Cómo la equilibras? Y es que el equilibrio debe encontrarse con una parte de la responsabilidad diaria, pero también con la parte personal, emocional, social y de ocio, suena agotador, lo sé, pero ¿Cómo nutres lo que construyes cada día?, ¿Dónde está tu punto de equilibrio?


Claramente no se puede todo sin reventar o alejarse de uno mismo. Si tú eres de los que piensa que lo puedes todo, que puedes estar en todas partes, hacerlo todo y para todos, ser invitado y asisitir a los mil planes, quedar bien o agradar a todos y además estar y disfrutarlo… Mmmm, tengo mis dudas… Identifica más bien ¿qué es lo que estás tratando de ocultar detrás de tantas actividades?, ¿Qué quieres demostrar siendo el rey de los mil planes?, ¿Estar ocupado te acerca a tus objetivos?, ¿Estás siendo realmente más productivo, más agradable o empático?, ¿Estás alimentando relaciones de valor?, ¿Estás alcanzando resultados de calidad? No es realmente necesario estar en todos los planes sociales sin perderte uno solo aunque los demás te etiqueten de raro por elegir no ir ¡haz selección!


La angustia que provoca no estar en los planes que otras personas disfrutan mientras tú elegiste otra actividad, es real; y eso, también refleja inseguridad, pero muestra el claro ejemplo de la agenda llena y la vida vacía, enseña una vida de no poder estar y disfrutar de la actividad elegida sin pensar en lo que estará pasando en el plan que te perdiste, sin poder evitar el sentimiento que te produce el que otros disfruten cuando tú no estás, de la plática que te perdiste o lo que dirán de tí al no estar ahí presente ¡Cuánta inseguridad!


Entonces, es tiempo de verlo un poquito más de cerca y analizarlo. No tengas miedo a parar un poco, no temas al aburrimiento que el aburrimiento también favorece la creatividad y de ahí surgirán fantásticas ideas, estrategias efectivas y más proyectos, pero es que si no te das tiempo ni para pensar, agradecer, analizarte y estar… Pues ¿Cómo?


No pasa nada si te das permiso de respetar tu tiempo. Organízate, ponete un horario, una rutina y entra en disciplina. No tienes que impresionar a nadie más ¡Se trata de ti! No veas correos ni mensajes lo último y lo primero del día, conéctate con tu entorno con los ojos despiertos, duérmete mirando a tu pareja y no el aparato, despiértate agradeciendo y no contestando mensajes o viendo de lo que te perdiste en redes sociales mientras estabas durmiendo. Vuélvete efectivo, realmente productivo y organizando, gestionando tu tiempo, pero hazte presente en tu vida con todos los sentidos.


Ser disciplinados en la vida cotidiana nos brinda el poder de ser más eficientes. Tener ordenados y claros los objetivos, nos ayuda a priorizar y nos obliga a ser tenaces en el intento por conseguirlos, nos lleva a ordenarnos, comprometernos y ser constantes.


La disciplina es poner claros y precisos los objetivos personales; pero también es crear un hábito que requiere autocontrol y compromiso para lograrlos. Es la capacidad de tener estructura y un orden mínimo para conseguir metas, habilidades y poder tener la satisfacción de la propia vida.


El primer paso es trazarse una meta, saber hacia dónde vamos y entonces empezar a actuar de acuerdo a ello. Por eso, el día hay que planearlo para poder aprovecharlo bien; darse tiempo de cumplir con las obligaciones, pero también hacer algo por nosotros mismos y nuestro bienestar.


Y es que el secreto del fracaso es querer complacer a todo el mundo. Tenemos que aceptar que no vamos a agradar ni quedar bien con todos. Aprender a decir no y a poner límites, no es signo de falta de consideración hacia los demás, ni de rareza; más bien no hacerlo, es falta de amor propio, es traicionarse a uno mismo llevandose al borde y rebasarse haciendo cosas a tope por el afán de “cumplir” con todo y con todos. No perdamos la brújula.


Seamos conscientes de que la energía que tenemos es un recurso valioso para lograr llevar nuestro día, entonces… ¿En qué la vas a utilizar? La idea es no desgastarte y ser eficiente, pero organizarte lo suficiente para que además de las obligaciones y responsabilidades, puedas dedicarle un tiempo del día a lo que sea que disfrutes. Si tu discurso constante es -"No me da la vida", "tengo tantas cosas encima..." Detecta qué es lo que estás tratando de ocultar, de qué estás huyendo detrás de la agenda ocupada o de la computadora, detrás del teléfono a toda hora, ¿Qué es lo que no quieres ver, aceptar o por lo que buscas escudarte?, ¿Qué evades? Y la pregunta que me viene es: ¿Puedes tener una conversación con alguien querido mirando a los ojos y sin tener el teléfono en la mano?, ¿Tienes capacidad de conectar y poner atención sin pantallas de por medio? Seguramente la respuesta será negativa, así que te propongo empezar poco a poco, y hacerlos consciente. Conecta contigo, ponerte en contacto real con tus personas de valor, darles el valor y la importancia que tienen sin aparatos que interfieran ¡Escucha y escuchate!


Si quieres reconocimiento, empieza por reconocerte tú, que un éxito también es autoconocerse, un éxito es dedicar tiempo a tu familia y a tu pareja ofreciendo tu atención consciente sin la cara puesta detrás de una pantalla y sin prisa. Marca tus propios límites y encuentra tu bienestar físico, mental, emocional y social en equilibrio.


Aléjate de la agenda llena y la vida vacía. Mejor enfócate en llenarla con contenido de valor en todos los aspectos, disciplinate, busca calidad en lugar de cantidad y ¡Vuélvete selectivo!


Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué



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