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ANALFABETISMO EMOCIONAL

  • Foto del escritor: Mónica Cué
    Mónica Cué
  • 28 jun 2022
  • 5 Min. de lectura

Partimos aquí de la raíz de una emoción. Las emociones son reacciones neuroquímicas del cerebro que predisponen una reacción ante un estímulo del exterior;

en diferencia, el sentimiento se integra con la conciencia y la capacidad de reflexión ante esa emoción. Ahora, el no reconocer o no expresar una emoción, no quiere decir que esta no exista. Sin embargo, nos enfrascamos en la incomodidad por sentirnos vulnerables, la vulnerabilidad que nos provoca decirlo, expresarlo o reconocerlo de cualquier modo y esto no nos lleva a buen puerto.


Todo lo que sentimos, lo sentimos por algo. Eso que sentimos no lo podemos controlar; es el pensamiento y la mente. La manera de ordenarse, la que nos pone en perspectiva real, informarse, cuestionarse y entonces, desde el entendimiento, actuar para así decidir consciente y racionalmente el cómo manejar eso que sentimos.


Todos los sentimientos y emociones tienen definición y son válidos ¡ponles nombre! Detéctalos, encuentra lo que estás sintiendo y enfrentalo para hacer lo que puedas hacer al respecto y estar en paz. No los bloquees; hacer como que no pasan no va a hacer que estos no existan o que por ello van a desaparecer, pero mucho menos, se van a resolver.


Por muy negativo o doloroso que resulte ese sentimiento; entendamos que todo es temporal y nos va a dejar algo; una vivencia, una aprendizaje, una perspectiva, un descubrirse en fortaleza o debilidad. Pero esto, hay que abordarlo con mesura, observar y dejarse sentir, eso también pasará y el aprendizaje quedará.


El problema no es lo que sientes, es lo que haces con lo que sientes; no hay buenos ni malos sentimientos. El reto está en como los manejas.


La felicidad, el positivismo y la euforia constante no tienen lugar, no sirven de máscara y no son sostenibles, porque el reto es hacia adentro; entonces, encuentra mejor recursos emocionales propios para no disfrazar, ni tratar de huír de tus emociones sino poder aprender a llevarlas. El autocontrol, la autorregulación y la autoobservación son claves para poder lograrlo. La idea es no bloquearlo, hacer como que no pasa o desquitarse con los demás, la idea es identificar esa emoción y trabajar en ella para que no te controle. No, nadie dijo que era fácil. Claramente no puedes controlarlo todo, pero sí hacer lo que está en tus manos para encontrar el equilibrio.


El problema es que el analfabetismo emocional nos alcanza. No estamos educados para combatirlo, no estamos acostumbrados a dejar que esos sentimientos realmente se sientan, que se reconozcan; nos es difícil ponerle nombre a las emociones, acomodarlas y expresarlas.


La inteligencia emocional, me parece que es de suma importancia para abordar la vida. Muchas de las decisiones que tomamos, las tomamos desde las emociones, desde las reacciones ante las situaciones y es la minoría las que abordamos con el pensamiento racional; gestionar nuestras emociones, conocerlas, ponerles nombre y manejarlas desde ese razonamiento para que las emociones no sean las que nos controlan.


El no saber gestionar las emociones y dejar que estas nos controlen, además de muchas otras cosas, también nos empujan directamente al envejecimiento prematuro. Nos hace literalmente perder años de vida, pero si te estás ptreguntando ¿cómo es eso? Basta con 5 minutos de una emoción negativa contenida para que se produzca oxidación celular y por lo tanto acelerar el proceso de envejecimiento prematuro y desencadenar reacciones químicas en el cuerpo que son irreversibles. Y con emoción negativa no me refiero a que las emociones sean positivas o negativas sino más bien a que lo que nos hacen sentir tienen repercusiones positivas o negativas en nosotros; este tipo de emociones negativas nos comprimen, nos desgastan, nos asfixian y nos desbordan. Trata de fluir con mejor actitud ante las cosas.


Nuestra actitud, ver las cosas con un cristal transparente, echarnos un clavado y hacer turismo hacia nuestro interior genera cambios automáticos. Y sí, los cambios dan miedo, y muchas veces paralizan, no es fácil el trabajo personal, no es sencillo el autoconocimiento, requiere mucho tiempo y observación, pero también nos enfrenta, nos pone ante situaciones, heridas y descubrimientos personales que de principio no es tan grato encontrar; pero moverse, conocerse y evaluarse nos da esa claridad emocional y el mejor aprendizaje ante la vida que podemos obtener.


Muchas veces echamos la culpa a otros de lo que estamos sintiendo, de lo que nos pasa o de nuestro comportamiento, pero tenemos que partir del entendimiento que lo que hacen los demás no tiene por qué afectarme a mí, los demás hacen y dicen cosas; pero depende de mí, si me afecta o no. Mi actitud ante la situación hace la diferencia y esto me genera paz o conflicto interno.


Insisto, tomemos como bandera el: “La gente hace cosas, no me hace cosas; pero mi actitud ante ello, sí que depende de mí”.


Normalicemos expresar lo que sentimos, utilizar nuestras palabras para nombrar las emociones y poder manejarlas de manera consciente, normalicemos y respetemos las emociones del otro, busquemos ser empáticos y aprendamos a escuchar sin juicios y si esa emoción va dirigida a nosotros, acordémonos que nuestra reacción sí la podemos controlar, tratemos de pensar antes de contestar y midamos la reacción que tenemos hacia las emociones del otro. Ciertamente se dice fácil y en realidad no lo es tanto, pero hagamos el ejercicio.


Controlar las respuestas hacia las emociones, así como tiene que ver con nuestras reacciones y nuestras decisiones; tiene que ver también con nuestro nivel de energía y no menos importante, con nuestra salud física y mental. Lograr esto, se va a ver reflejado positivamente en mi convivencia con el entorno, en mis palabras, mi actitud ante las cosas y por lo tanto en mi bienestar y tranquilidad en todos los sentidos.


Culturalmente, el analfabetismo emocional tiene mayor porcentaje en los hombres que en las mujeres. Resulta que es bien aceptado en las mujeres expresar lo que sentimos, sí que es verdad que también nos es más fácil abrirnos de corazón, pero en gran parte es porque es mejor aceptado, es mejor visto y se ha normalizado más que las mujeres se expresen a que lo hagan los hombres. Ellos son más herméticos y de cierta manera siento pena por eso, porque los hombres también sienten, las emociones no son cuestión de género y tendría que ser y verse natural la sensibilidad de los hombres para aumentar la inteligencia emocional en todos los niveles y para todas las personas.


¿Por qué no decimos a nuestra familia que la queremos? ¿por qué nos cuesta tanto trabajo decir un te amo a quien realmente amamos? Y es que la represión es muy grande, preferimos evitarlo y evadirlo que enfrentarnos a la incertidumbre de la respuesta que viene de vuelta. Consideramos que nos ponemos en una posición vulnerable al abrir nuestro corazón y eso genera represión. Ninguno queremos ser lastimados claro está, pero creando una barrera y callando, no podemos dejar fluir lo que sentimos, nos seguirá afectando, muy probablemente esa emoción nos controlará y será complicado ver o entender de manera racional eso que estamos sintiendo. Por lo tanto, difícil también normalizarlo y aprender gestionarlo.


¡Apelemos a la inteligencia y no al analfabetismo emocional!


©Mónica Cué



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