El equilibrio de la felicidad está en sentir que estamos bien en lo emocional, en lo económico, en lo afectivo, en lo espiritual, en lo físico y en lo personal. Suena fácil y se dice rápido, pero… empecemos por preguntarnos ¿Qué tengo que mejorar?, ¿Qué es lo que tengo que hacer para enfilarme hacia ello? ¿Qué puedo cambiar? ¿Qué área tengo que trabajar? ¿Cómo lo hago? No queremos la perfección, queremos encontrar ese equilibrio entre lo que quiero y lo que debo hacer para conseguirlo, aunque sabemos que eso implique renuncias, hacer cambios y salir de la zona de confort.
Como seres sociales, pertenecer a una red social, con amigos o familia, vincularse a un proyecto que nos mantenga activos y en constante aprendizaje. El bienestar lo construimos por medio de nuestras decisiones diarias las cuales nos llevan a consecuencias positivas o negativas que se relacionan con nuestro bienestar. Una mente atenta, las personas con creencias superiores, espiritualidad y con vínculos sociales afectivos, tienen un sentido mayor de bienestar desde el punto de vista personal. El agradecimiento, los buenos hábitos, el proceso de pensamiento, la manera en que reaccionamos a nuestra realidad hace una diferencia considerable en el sentido de bienestar. Por otro lado, promover la salud y tener los gastos básicos cubiertos, una tranquilidad económica suficiente genera una gran tranquilidad e independencia y con esto no quiero decir que tener más es mejor simplemente sentirse con la seguridad de los esenciales cubiertos lo cual genera paz en ese aspecto para abordar otros frentes.
La curiosidad se convierte en un súper poder en el segundo turno de la vida. Eso es lo que debe mantenerse activa, despiertos, alertas, enterados y a la vanguardia de aprendizaje, pensamiento, conocimiento, visión e interés por nuevas cosas, nuevas perspectivas, nuevos conocimientos que aporten valor a mi ser, a mi convivencia con los demás, a mi memoria y retención, a mi salud física y mental.
Cada uno construye su propia rutina de bienestar y aquí no hay pautas ni parámetros porque cada uno se siente bien y disfruta con distintas cosas. Y con construir una rutina de bienestar me refiero a agradecer, hacer yoga, meditar, hacer cualquier tipo de ejercicio, bañarse sin prisa, comer despacio, hacer elecciones inteligentes para nutrir el cuerpo, poner atención a la reacción de lo que comes o haces en tu cuerpo, en tu mente y en tu humor. Hacer el recuento del día a día y narrar detalles en silencio para fomentar la memoria, buscar momentos de humor y risas, buscar personas queridas, hablar, mensajear o pasar un rato con ellas, dedicarse un momento del día a cuidarse, despejarse y consentirse, darse el derecho de sentir placer por simplemente estar, disfrutar un momento de música, de beber una copa de vino, de tomarse un café, hacer una rutina del cuidado personal y de la piel, hidratarse suficiente para ayudar al buen funcionamiento de los órganos y promover la movilidad. Perdonate; perdonarse en silencio también ayuda a alcanzar la propia tranquilidad para sanar y transitar más livianos.
Escucha tus dolores físicos y tus emociones, date un momento de aterrizar, trabaja en tus pensamientos, en tu postura, en tu imagen; busca retos, cosas nuevas que aprender, mantente ocupado en lo que sea que te guste hacer. En fin, crear hábitos y una rutina de bienestar requiere tiempo pero es justamente el tiempo el que te lo va a regresar en salud física y mental. En lograr estar realmente presente en tu vida y lograr llegar a ser tan viejo como sea posible con la mayor juventud posible.
No normalicemos lo cotidiano, muchas veces damos por sentadas las cosas y las personas de nuestro día a día y queremos más y diferente, pero no nos damos cuenta que lo que ya tenemos y consideramos ordinario; es en realidad lo extraordinario.
¡Toma tu vida y conviértela en la mejor historia! Que nadie te diga cómo, sólo tú sabes vivirla así, que pásalo bien, disfruta a tu manera, cuídate, agradece y no te dejes llevar por las expectativas de los demás. Cada quien que disfrute y decida vivir su vida como mejor le parezca. Haz que la tuya valga la pena y construye tu bienestar.
Pero… ¿Qué es en realidad tener una buena vida?
Desde mi perspectiva. Tener una buena vida no necesariamente lleva una connotación económica.
Además de lo mencionado anteriormente, si te encuentras tú... sucede la magia. Se trata de lo que nosotros mismos construímos, permitimos, fomentamos y buscamos para nuestro bienestar y nuestro entorno.
Todos queremos un estado de bienestar. Pero, este no va a llegar solo, por decretarlo o por arte de magia, Analicemos nuestra situación, tomemos decisiones acertadas y acciones.
El bienestar, no se consigue teniendo más, trabajando más y queriendo más; se consigue sintiendo más y pensando mejor.
De nadie más que de nosotros mismos depende nuestra felicidad y eso, tenemos que buscarlo, y prepararlo. Rodearnos de actividades y personas que nos enriquezcan, pero primero, debemos encontrarnos a nosotros mismos, aceptarnos, querernos, buscar y definir nuestro propio estado de bienestar. Luego, ponernos en perspectiva dónde y con quiénes queremos compartir nuestra vida.
Y es que volvemos a decir que todo recae sobre nosotros. Practiquemos el pensamiento autocrítico pero amoroso, la capacidad de análisis de nuestra persona y nuestro entorno, buscar nuestra tranquilidad e inteligencia emocional, la resolución práctica de situaciones, pero básicamente se trata de fomentar el cuestionamiento y compromiso personal para construir un futuro bonito, interesante, real y enriquecedor.
Y ese futuro, sí, empieza con nosotros, pero se enriquece también con nuestro entorno, con nuestra capacidad de ayudar en la medida de lo posible a otras personas a conseguir de la misma manera su bienestar. Tratemos de hacer comunidad para encontrarnos todos mejor.
©Mónica Cué
me encanto tu articulo, muchas felicidades