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DESDE EL PRIVILEGIO DE LA CASA MÁGICA.

  • Foto del escritor: Mónica Cué
    Mónica Cué
  • 13 feb 2024
  • 6 Min. de lectura

Por Mónica Cué


Es verdad que el mundo en que nací, en el que crecí y el que conocí; el mundo en el que viven y crecen mis hijos de cierta manera pertenece a una burbuja rosa llena de privilegios.


¡Hemos vivido en una casa mágica! Mágicamente la comida se prepara, la ropa se lava, la casa se limpia; mágicamente la despensa se llena, los trastes se guardan, con un botón se enciende la luz, sale agua de la llave, mágicamente cuando se abre la regadera llega agua caliente, se tiene ropa para elegir, una cama cómoda, un techo seguro y amor que compartir, se disfruta de comida caliente en la mesa y se toma el tiempo de transporte desde la comodidad particular. Soy consciente de los privilegios, las comodidades, las oportunidades y la casa mágica; es verdad que la vida privilegiada además está reforzada por el entorno, la educación, la familia, las amistades, el ambiente, las formas que dictan lo mismo y así se fluye con naturalidad. 


Pero no nos confundamos porque vivir en una casa mágica, no quiere decir que no se vea más allá de las narices. La burbuja rosa eventualmente se poncha y aunque los privilegios permanezcan, la consciencia aparece. Se abre la perspectiva a otras formas de pensar y entender la vida, ninguna es mejor que otra, simplemente son distintas y la forma de cada quien tiene directa relación con la forma en la que pensamos, en la que vivimos y somos cada uno. 


Ahora… Ser privilegiado no tiene por qué ser sinónimo de vivir en la inopia, tener un ambiente contenido tampoco significa llevar una vida aburrida, inocente o menos apasionante (cada uno tiene su parámetro) no es necesario imitar la vida de los demás o lo que a otros les parece divertido para que así sea, no es necesario vivir al límite para entender y empatizar, no se necesita perder para valorar y agradecer, no hace falta pretender nada socialmente, salir huyendo ni empujar a los hijos a irse de casa o del país “aprovechando” los privilegios como garantía de que sean mejores personas o profesionistas, tampoco es necesario tener “barrio” para enterarte del mundo y formar un criterio. Lo que es necesario es congruencia y con tal privilegio asumir responsabilidad para entonces quedarse y desde ese lugar privilegiado poder aportar y crecer como seres humanos y como comunidad ¿Queremos vivir mejor? Dejemos de quejarnos de lo que sale mal o deslindarnos, dejemos de tratar de huir escudados en oportunidades y mejor hagamos lo que esté en nuestras manos para aportar valor. 


Cada quien con su perspectiva, cada uno con su responsabilidad y sus creencias. Es verdad que hablo desde la casa mágica, pero con apertura y criterio podemos enriquecernos todos y entender que podemos ser mejores aunque sea complicado y cada uno tenga su perspectiva, cada quien actúa y habla desde su trinchera, pero cada uno desde la nuestra tenemos que hacer nuestra parte. 


Todos tenemos un punto de partida y contamos con distintas herramientas, cada quien habla y actúa desde su lugar, con sus vivencias y circunstancias, pero nacemos en un sistema y el sistema necesita que nos cuestionemos y abramos el pensamiento, la perspectiva, el criterio y el entendimiento para detectar lo que cada quien puede aportar. Nadie es mejor que nadie, simplemente dentro de esas diferencias podemos abrirnos para crear un pensamiento más crítico.


Nacimos en una sociedad que por generaciones ha hablado un determinado lenguaje y para entenderlo hay que tener una comparación y participar conscientemente en ser mejores humanos sin importar el aspecto, las condiciones, la situación o la cuenta de banco. Al final… ¿Quién determina el éxito?, ¿ser privilegiado significa que eres exitoso?, ¿vivir bajo esos parámetros te vuelve aburrido, te pone todo fácil y te etiqueta de superficial?, ¿quién dijo que se tiene que tener necesidad o carencias para valorar? La necesidad existe para todos, necesidad emocional, económica, social… Nos hemos separado por la falta de empatía y se tiene la falsa creencia de que quien tiene, no merece ¿Por? No nos podemos esconder de la realidad, todos queremos, merecemos y nos gustarían muchas cosas. 


Ser privilegiado no es sinónimo de ser elitista, se puede valorar y decidir socialmente siendo conscientes de tener el privilegio de la voz, con el privilegio de los recursos, del acceso a la cultura y educación, al pensamiento creativo y crítico que al final aporta y tiene el gran poder de transformar. Todos tenemos la responsabilidad de buscar cambios estructurales sistemáticos en la sociedad, en el planeta y promover nuestro impacto en todos ellos, pero desde la información. 


A lo que tendríamos que apelar es a dejar de criticar o envidiar lo de los demás y volvernos seres humanos más éticos, más “humanos” con todo lo que esto implica, pero sobre todo más conscientes sin importar el punto de partida de cada uno. Entonces, hablar desde el privilegio lleva como ventaja favorecer el crecimiento si se hace realmente en pro de todos aprovechando las oportunidades que se tienen. Es cierto que no todos tenemos acceso a las mismas oportunidades, ni partimos de la misma línea, pero hay que dar pasos con vista periférica para avanzar en conjunto y aportar valor cada uno de la mejor manera.


Ahora, también hay que retar al privilegio porque tenemos que saber que no siempre el esfuerzo y la comodidad remunera. El sistema y la vida es injusta… Es una realidad y que tristemente hay muchas personas que tienen potenciales, habilidades y talento que sin el privilegio de por medio, se quedan truncados sin oportunidades. 


Entiendo que hay una razón por la que nací donde nací, algo tengo que devolver y mucho tengo que agradecer. Entonces, no podemos caer en la soberbia ni la ignorancia. Si no tienes y crees que no tienes porque no puedes ni te lo mereces, mal; pero si tienes y crees que es así simplemente porque eres tú y lo mereces todo… también mal ¿Dónde estamos?, ¿dónde está el equilibrio? Yo creo que el equilibrio está en que cada uno desde su trinchera busque su bien vivir, ser mejores como personas, por y para ellos, pero también por y para la sociedad. 


Todos merecemos, todos tenemos derecho y podemos aportar para enriquecernos como comunidad. Entiendo que para algunos el camino será más sencillo por su punto de partida, pero se tiene que dejar de polarizar y hacer consciencia de que somos parte de un todo y todos nos necesitamos, todos podemos contribuir con lo que cada quien tenga. Entonces y sólo entonces podremos pensar en tener un entorno mejor poco a poco. Todos tenemos que movernos desde nuestro lugar, pero lo difícil es entendernos, podernos acomodar y respetar.


Necesitamos pensamiento compartido para ser humanos dignos y responsables. Los privilegios nos obligan a involucrarnos y aportar en lugar de huir porque hay personas que lejos de poder preocuparse por otra cosa, tienen que ocupar toda su energía en buscar qué comer; es natural que quien tiene que preocuparse por sobrevivir, no pueden aportar en otros temas que como comunidad también resultan importantes ¿Quién se encarga de pensar en el cambio climático, la especie en extinción, la política, la economía, la comunicación, la producción y distribución?, ¿quién se encarga de generar empleos…? Hay mil frentes que abordar y el que tenga la capacidad que lo haga. La responsabilidad de empezar para que el cambio suceda es nuestra; y es nuestra, pero de todos compartida porque no podemos dejar en manos de unos cuantos el poder de cambiar el corazón y la forma de actuar de nadie, no podemos deslindar a nadie de la responsabilidad que como comunidad nos corresponde, de nada sirve promover el cambio si no hay participación y el entorno está destruido.


Y no es una cuestión de dinero, es una cuestión de respeto y educación. Entonces dejemos de polarizar o juzgar porque lo que tenemos es que hacer equipo y ponernos a ello; que cada quien haga su parte dentro de lo que pueda, todos nos necesitamos, todos podemos aportar, pero primero hay que hacer consciencia de donde partimos y también evaluar en lo que podemos contribuir, pero aportar siendo mejores seres humanos en pro de todos y sin importar el lugar en el que estemos, si somos privilegiados o no. Simplemente no podemos echar agua a un pozo agrietado, empecemos juntos a parchar y poco a poco llenar el pozo del que todos vamos a beber. 


Todos tenemos el poder de generar valor, seamos conscientes de ello, del valor que tenemos, del valor que aportamos y empezar a crecer como sociedad sin etiquetas ni poses, sin resentimiento, ni culpa, pero con educación y respeto todos con todos. Simplemente entendiendo que todos somos importantes, todos merecemos y todos aportamos valor desde el lugar que tenemos. 


Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué


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