Por Mónica Cué
Es precioso, encantador y de admirar cuando se escucha a un hombre que sin importar cuántos años lleven juntos y aunque ella no esté presente, habla de su mujer cosas bonitas; que cuando habla de ella trata de resaltar las cosas positivas, las cualidades y no tiene miedo ni recato en mostrar el porqué está con ella desde el amor y no desde la broma sarcástica, el humor negro, los chistes machistas o la queja constante ¡De esos hay muchos! (no importa si el escudo es que es broma, que le pasa a todos, que es la realidad, confianza o humor entre amigos). Bien dicen que entre broma y broma…la verdad se asoma.
¡Claro! No quiere decir que en la relación de quienes se hablan bien, sea todo miel sobre hojuelas, tendrán también sus altas y bajas como todas. Así que… Esto es para tí, para ese esposo que se queja de su mujer. Que si habla mucho, que es muy ruidosa, que no se calla nunca, que me aborda, me pregunta, me cuenta, me cuestiona, me insiste todo el día o no me pela. Claramente no es fácil para cualquiera de las partes, nadie niega que la responsabilidad de la relación es siempre de dos; pero, hoy esto es para tí. De verdad te quiero ayudar, no es ataque, no te equivoques y sigue leyendo.
Empecemos por entender que una de las diferencias entre el cerebro de los hombres y el de las mujeres es que nosotras no podemos irnos nunca a ese lugar en blanco donde pensamos literalmente en nada. Nos gustaría pero nos es imposible; nuestro cerebro está en funcionamiento constante, pensando, analizando, comparando, recordando, resolviendo y sobreviviendo; pero por si no fuera suficiente, todo, absolutamente todo lo que vemos, lo que pensamos, hacemos o decimos está ligado a una emoción; y eso es así, aunque queramos no podemos evitarlo.
Entonces, si te habla, si te dice, si te cuenta, te pregunta, te participa, te propone o te saca un tema... Guarda las uñas, no te está invadiendo, no es que te quiere manipular, atacar, controlar u ordenar, simplemente te está tomando en cuenta para saber o decirte algo porque le importas. Es más, mejor preocupate de su silencio, y preocupate entonces porque significa que se cansó de hacerte partícipe, se cansó de decir las cosas sin recibir respuesta, de ser ignorada, de resolver, intentar fluir y de encontrarse a la deriva con todas esas emociones sin puerto seguro. Evadir un tema por doloroso o incómodo que te parezca no va a hacer que no exista, que no se tenga que abordar; no pretendas que ella lo olvide, lo guarde, lo entierre o lo que es peor, que lo resuelva sola; si lo dice es porque lo que necesita es apoyo, es que seas partícipe de sus preocupaciones puedas o no hacer nada al respecto, simplemente actúa en consecuencia, dale la importancia que para ella tiene, dedícale un ratito o aunque sea haz un poquito de esfuerzo en ser empático y partícipe.
Cuando el silencio llegue y ella deje de insistir no es por que te deja, es porque percibe que no cuenta contigo y está dejando de intentarlo; y lo deja, pero no se rinde en su lucha personal. Tú eres quien la deja ir al volverla invisible. Cuando ese momento llega es por que ha insistido incansablemente en decirte las cosas, en plantear su panorama dejando claras y expuestas sus emociones sin recibir respuesta, llega por que no encontró apoyo, reciprocidad, argumentos claros o complicidad, se perdió el esfuerzo, el trabajo, el dinero, el tiempo de calidad, las palabras, las caricias que buscaba y se empiezan a desvanecer también los momentos que alguna vez los unieron; dejaste que se secaran sus labios, que se empañaran sus ojos y no te importó que su corazón se empezara a congelar. Te lo dijo miles de veces y lo tomaste a la ligera, la tiraste a loca, no le diste importancia que para ella tenía o simplemente lo pensaste dos minutos, actuaste conscientemente por unos instantes “mientras se le pasa” y todo regresó a ser igual sin darle la importancia que realmente tenía de fondo. Al final asumes que siempre está y estará ahí para tí; pero el silencio llega cuando lo dijo todo mientras ha querido quedarse, y buscarte, integrarte o decir lo que piensa de la relación, de la situación de la vida, de lo que sucede en el día a día.
Y si digo esto, no es con afán de atacar ni de que te sientas ofendido por ello, es para poner en claro lo que esperamos todas y aunque sobra decir que nadie es responsable de la felicidad del otro, si que en una relación hay expectativas, acuerdos y realidades que tienen que estar en claro para que esta funcione. -Pasemos más tiempo juntos, espero esto o lo otro, hagámosle así, aceptamos ciertas cosas y de igual forma se demuestra la atención e interés por las dos partes. Nadie se aleja de repente, son señales claras, son avisos a través del tiempo y focos rojos que si no se atienden explotan. Se vale redirigir el camino y replantear los acuerdos, es más, naturalmente se moldean con el tiempo, es parte del crecimiento personal y como pareja, parte de elegirse todos los días y madurar; pero hay un límite y serán siempre eso, acuerdos de pareja "de dos".
El silencio llega cuando se tiene que tener actitud como en tiempos de guerra donde se tiene que tener reserva emocional, reserva de todos los recursos por si un día escasean y se ofrece echar mano de ellos sabiendo que no se cuenta con un respaldo firme. Y con reserva de recursos me refiero a dinero, pero también a caricias, paciencia, apoyo, cariño, empatía y hasta una sonrisa.
Su silencio puede ser temporal o intermitente, el cual en tu cabeza interpretas como un simple enojo que ya pasará; pero cuando su silencio se hace presente es por que está pensando, está interpretando, está evaluando y se entera que nada de eso llegó y nuevamente no le diste importancia. Llega por que el interés no lo encuentra compartido, por que se siente invisible, ignorada y descuidada. Por que se empieza a nublar lo que los sostenía; por que se borraron esos besos robados, las miradas en complicidad, por que se fue el deseo por estar juntos, por dedicarse tiempo sin distractores externos; se desvía la atención a la cotidianeidad, se diluyó el interés con la rutina, los años y la monotonía... entonces llega el día del aniversario que hay que recordar por que se olvida; y olvidarse de fechas importantes compartidas es una clara señal de la falta de interés; pero no solamente es olvidarlo, es pasarlo desapercibido aún después del recordatorio, es no tener la menor intención por pasar tiempo juntos, es poner un pretexto y huir de estar solos, de hablar de la fecha especial o de recordar y agradecer un año más de cualquier manera pero juntos; o peor aún, minimizar el esfuerzo del otro por celebrarlo ¿cuántos años han pasado así sin caer en cuenta? Y qué pasa con el cumpleaños que se deja de lado, en el que se acoplan los planes pero no precisamente a lo que ella quisiera, qué sucede con el momento en que quiere hablar de cualquier trivialidad y se topa con una televisión, computadora o teléfono sin contacto visual que muestra completa falta de interés por lo que sea que se quiera decir o compartir, dónde quedó esa idea utópica de tener un detalle o atención especial un día cualquiera. Esas son pequeñas señales que se interpretan en nuestro cerebro de mujer muy fácilmente, son los pequeños detalles que no se tienen quienes hablan solos y los que dan para abajo el ánimo. No es exigencia, no es que las expectativas sean muy altas, son señales pequeñas pero claramente percibidas, es mostrar interés de las formas más "insignificantes" pero que significan muchísimo. Si realmente se quiere estar, regalar un ratito para escuchar lo que al de enfrente preocupa o hace feliz, se haría naturalmente y no debería representar ningún esfuerzo. No existirían pretextos ni de dinero, ni de tiempo, ni de olvido o distracción, de trabajo, compromisos, ni de nada. Esas son las gotas que poco a poco van llenando el vaso y terminan por derramarlo.
Las cosas se dan por hecho, las situaciones no se buscan, los escenarios están armados, los temas en el aire y las cosas "resueltas" (no resueltas), pero -no me hables mucho por que me abrumas, no me digas lo que hay que hacer pero tampoco lo hago a mi modo, más bien simplemente no lo hago; no toques el tema por que me incomoda, no lo tengo pero tampoco lo consigo, no me preguntes pero tampoco te platico ¡que agotador! Es muy cómodo tener quien busque soluciones, quien actúe, te atienda, quien se preocupe por tí, te ayude, te apoye y busque el bienestar común, quien exponga opiniones y esté al pendiente; pero entonces evadirlo y aceptar que se vuelva un monólogo, pero como siempre está ahí, como así funciona; está bien ignorarlo, no valorarlo, asumirlo, mostrarse frío y marcar distancia. Cada uno tiene sus roles pero así es como se dan por sentadas ciertas cosas y terminan por atorarse, se decide unilateralmente y como así ha sido siempre... ¿entonces se tiene que tolerar? ¡No señor!
Si realmente la quieres, no te quejes de lo que hoy tienes. Nada dura para siempre; ella no te abandona, más bien se siente abandonada y fuiste tú quien dejó de escucharla, no calla por enojo o simplemente por dejar de importunar, calla porque ya lo dijo de mil maneras y se le empiezan a acabar las fuerzas, las ganas, los recursos y la forma; calla por tristeza, porque dijo todo lo que tenía que decir y ningún momento te pareció prudente u oportuno, calla por que se le agotan los recursos para recuperarte y no le diste importancia, calla por que ya no tiene manera de poder llamar tu atención, por que no estaba en la lista de tus prioridades, no hiciste nada al respecto o no lo quisiste ver. Y así es, tristemente, muchas veces nos volvemos invisibles por estar siempre presentes.
¡Te deseo suerte! Y ya me agradecerás luego que veas cómo resulta.
Así que... no te quedes de brazos cruzados esperando a que siga pasando el tiempo de esa forma. Si aún estás a tiempo y la quieres, si pretendes seguir con un proyecto de vida compartido, dale prioridad a lo que la tiene, y no sólo planees; no desvíes las señales, no lo des por hecho, no des ni aceptes migajas, escucha, actúa, dejate de críticas y quejas No dejes que se esfume lo que algún día tuvieron juntos, no permitas que el aburrimiento o la indiferencia los alcance ni que se desvanezca la ilusión para siempre, no quieras que guarde silencio, ni que su esfuerzo por recuperarlo todo sea en vano, no la tengas como adorno, no decidas a tu convenir por los dos, ni la des por sentado, no la hagas a un lado, ni la dejes olvidada. Acuérdate, funcionamos diferente, todo lo dicho y hecho tiene un orígen, ya lo pensamos, lo analizamos, tiene un fondo, una razón y está conectado a una emoción real.
Que flojera tenerse que cuidar hasta de los comentarios del propio marido ¿no se supone que esa debería de ser la zona segura? En lugar del sarcasmo, de hacer bromas y renegar con tal de convivir o sentirte que perteneces a la manada de quejicas, mejor haz que esa manada sienta envidia de lo valioso que eres, de quien tienes a tu lado y de tu relación. Entonces, lejos de ser uno más de ese montón de iguales estancados, intenta convertirte en punto de referencia y admiración dentro de un rol que va a permear en todos los sentidos.
¡Piénsatelo! si nada te parece, mejor hazte a un lado; pero si todavía te importa, entonces ¡Déjate de quejas y que su silencio no te alcance! Dale el lugar que merece y valorala en lugar de quejarte o criticar. Empieza por hablar de sus cualidades, de lo que te suma y de los momentos felices sin importar si está o no presente ¡propóntelo! Refiérete bonito a ella y de ella, escúchala, ponle atención, hazle sentir que vale, que tiene un significado trascendente en tu vida y que realmente te importa; pero no lo hagas por cumplir con mala actitud como haciendo un favor, tampoco con palabras vacías ni dinero.
Hazte presente con todos los sentidos, muestra interés, escucha, hazlo con acciones, con detalles, amor, respeto, tiempo de calidad y con atención plena ¡Esos son los regalos realmente valiosos!
©Mónica Cué
SIN LUGAR A DUDA, NADIE QUIERE ESTAR CERCA DE UNA PERSONA QUE SE QUEJE CONSTANTEMENTE.
APRENDAMOS A SER AGRADECIDOS CON LO QUE SE TIENE