Por Mónica Cué
Estamos viviendo en la era de la inmediatez, de cambios sociales importantes, con ideologías y tendencias en donde los estímulos van en aceleración y la recompensa rápida es esperada, la era de lo desechable, del “fast fashion”, de la satisfacción instantánea y probablemente también se aplica en las relaciones interpersonales.
Se sustituye por la novedad solamente por eso, porque es la novedad aunque lo anterior no esté descompuesto, pero si de por sí, no hay para qué tratar de arreglar lo que no está descompuesto; aplicado a una relación se complica más. Una relación se construye con el tiempo y regresando a lo que estamos viviendo socialmente, esto resulta perfectamente antagónico (tener paciencia, ceder, construir a fuego lento, mantener, atender y atesorar, es justo lo que algunos están perdiendo) elegir a una sola persona resulta negarse a las otras opciones y posibilidades, estamos viviendo un mundo de millones de posibilidades y elegir una de ellas asumiendo un compromiso representa claramente renunciar ¿por qué teniendo tantas opciones, teniendo esa inmediatez, satisfacción inmediata y novedades tendrían que elegir solo una opción a cultivar? Y es que así regresando a la idea de que todo es inmediato y tratando de entender y encontrar una respuesta al porqué las nuevas generaciones no quieren un compromiso… encuentro que por tener tantas opciones muchas veces la frustración llega y paradójicamente la insatisfacción también ya que cada vez se requieren más estímulos.
Quieres lo que no tienes, te interesa lo inalcanzable porque tienes al alcance infinidad de opciones pero no valoras lo que realmente sí tienes enfrente. Personalmente creo que eso genera vacío y soledad. Cada uno puede decidir estar o no soltero, pero soltero no necesariamente significa estar solo. El soltero quiere compromiso, el que está en pareja quiere opciones y libertad, cuando tiene la libertad añora, cuando consigue pareja está pensando en cómo salir, empiezan las dudas y el autosabotaje para librarse de ello ¿Cuál es el fenómeno? ¿Qué te impide el compromiso? ¿Es la renuncia, el no tener más opciones y tener que elegir una sola entre las mil que hay? Pienso que eso también le da valor a esa relación y a esa persona que elegiste… ¿Hiciste esas renuncias voluntarias por mi? Es un valor agregado. Y ahí caemos en el poético te elijo a ti entre tantas personas, te quiero sólo a ti, quiero compartir mi vida contigo en exclusividad y compromiso consciente y voluntario. Pasamos del extremo de los matrimonios arreglados y no hay posibilidad de separarse porque está socialmente castigado, es legalmente difícil, familiarmente complicado y mal visto, aferrados al “hasta que la muerte nos separe” que en otros tiempos era literal e irrevocable. La posibilidad del no funciona no existía… y de ahí, pasamos a todo lo anteriormente dicho, al todo es fácil y si no funciona lo desecho.
Aquí hay valor en dos partes y situaciones rescatables de los dos mundos. Creo que de la generación anterior se rescata el empeño de entrar a una relación con intención de construir y hacerla funcionar con acuerdos y roles, pero de esta rescato el que se entre en una relación sin que se convierta en una condena, también creo que todos los extremos son malos, ni aguantar por decreto ni desechar al primer contratiempo. El hecho de asegurar “hasta que la muerte nos separe” es muy fuerte, la expectativa de vida va en aumento y las cosas no se pueden dar por hecho, hoy te elijo y voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que así siga, pero no como obligación sino por elección, no por decreto sino por voluntad. Creo que el balance está en la palabra voluntad. Voluntariamente te elijo, voluntariamente renuncio a las demás opciones, voluntariamente me quedo, construyo, procuro y trabajo para hacer que funcione. Principalmente la voluntad de tratar de reparar lo que empieza a tener fallas. Se vale decidir que si está completamente descompuesto se va y se suelta, pero por lo menos hacer el intento de reparar lo que desde tu perspectiva puede tener potencial arreglo y funcionar perfectamente sin desecharlo al primer desperfecto.
Se está olvidando tener a largo plazo, y no es que sea culpa de los jóvenes, aquí no hay culpables, es el mundo que les ha tocado vivir, es el avance, la situación y estas también las consecuencias del querer y tener inmediato, del acceso fácil y de la velocidad a la que cambian las cosas. Por ello, les es complicado sostener por un largo periodo de tiempo cualquier cosa incluida una relación.
No hay un diagnóstico, pero la recompensa inmediata que han marcado las redes sociales están creando un movimiento constante en positivo hacia muchos ángulos, pero también negativo hacia otros, porque no se está dedicando la atención y el tiempo para que algo se consolide, madure y trascienda por un rumbo que requiere precisamente de eso; tiempo y esfuerzo. Eso creo que está en peligro de extinción por la inmediatez que está generando una falta de atención y paciencia en todos los ámbitos. Y aquí me quiero detener a que no porque la tendencia de la generación vaya para allá, quiere decir que todos tenemos que subirnos a ese barco para todo y condenarnos a lo rápido del contexto. Se puede lograr tomar lo mejor de los dos mundos, educarse, entrar en control de tu propia vida tomando las ventajas del entorno, pero elegir con voluntad, construir una relación con inteligencia, paciencia y por supuesto perseverancia y congruencia.
Es verdad que siempre va a haber una experiencia que no vas a tener, una persona que no vas a conocer, una opción que no vas a explorar, pero no puedes pensar que por buscar lo que según tú te perdiste, descuides lo valioso que ya tienes. Entonces, apuesta a tu decisión y lucha por sostenerlo. Apuesta por quién piensas que vale la pena apostar y digo vale la pena porque si apuestas por esa persona quiere decir que por elección, estás dispuesto a renunciar a todas las demás.
Ahora, no es una obligación, no es cumplir condena y por lo mismo, importante separar y romper con la dependencia de ese alguien para vivir en pareja pero en libertad desde la voluntad. Tomemos lo mejor de los dos mundos y no nos dejemos llevar por tendencias y corrientes. El compromiso no ata, el compromiso se elige y no tiene porqué ser sinónimo de falta de libertades, el papel y la firma no es un lastre, es un contrato que da institucionalidad, que define obligaciones, pero también derechos desde la formalidad independientemente del compromiso que se haga desde el corazón. Al final, que cada uno resuelva y lleve su relación con acuerdos propios, pero por convicción desde la individualidad y sin dejarse llevar por las tendencias y corrientes de pensamiento si no son tomadas conscientemente.
Tan paradójico como suena… cuando estás en pareja perteneces al otro, sin dejar de ser sólo tuyo ¡Tú eliges!
Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué
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