©Mónica Cué
Si quieres hacer pero no haces, es que en el fondo realmente no lo quieres hacer.
Las cosas, nuestra realidad y circunstancia, son como son y no necesariamente como nos gustaría que fueran ¿cierto? pero… ¿Puedo hacer algo para cambiar ciertas cosas? ¿Puedo querer moldearlo y lograrlo? La clave está en mi capacidad de acción, de construir y en la energía que empeño en ello, pero también en mi actitud.
Quiero hacer ejercicio pero no hago se traduce a realmente no quiero, lo mismo para quiero dejar de fumar, quiero comer sano, quiero cambiar de trabajo, quiero emprender, quiero, quiero, quiero… Muchas veces decimos querer hacer cosas por estigmas de la sociedad, por presión, por que es lo que sigue, por no quedarse atrás, por pertenecer, o por un arranque momentáneo; pero si no lo ejecutamos es por que en el fondo simplemente no lo queremos tanto.
Dejemos de hacernos bolas, pongámoslo fácil y claro para nosotros mismos. Lo quiero, lo ejecuto, lo intento, me arriesgo, me alisto para el cambio y lo asumo. No lo quiero… lo pienso claro, lo acepto y no pongo pretextos.
¡No es un deber, es un querer! Querer implica un riesgo, salir de la zona de confort, hacer cosas de diferente manera, empeñar esfuerzo, dedicarle tiempo, hacer un plan y no esperar una recompensa inmediata para lograr el objetivo.
Seamos claros con nosotros mismos … No nos perdamos en una nube de humo. Para poder aceptar o modificar el presente; hay que ver nuestra realidad de manera objetiva y como realmente es sin disfraces; pintar el futuro que queremos tener y tomar acción para llevarlo a cabo, que por sí solo claramente no va a llegar.
Existe en la vida una línea muy delgada en donde dos cosas, dos caminos, dos pensamientos, dos formas o dos perspectivas MUY diferentes se tocan. Esa es la frontera de transición entre lo conocido y lo desconocido, entre la zona de confort y el miedo a cambiar o equivocarse… Ahí, es donde empieza el verdadero cambio y el camino hacia la transformación. Pero si somos realistas, la única manera de vencer el miedo a equivocarse es equivocándose, y si ya lo hiciste… La única manera de caminar hacia el objetivo, hacia el verdadero hacer y lograr, es moviéndose.
Y no, tampoco es cuestión de buena o mala suerte, es cuestión de actuar o dejar de hacerlo, la suerte no es más que la suma en tiempo entre un talento y una buena oportunidad que se presenta repentinamente. Así que para obtener resultados, no podemos dejar nada en manos de la suerte, y tampoco en este caso la intención es lo que cuenta, no se trata de decretar nada, de pararse frente al espejo a decir “yo lo puedo todo” ¡Eso no es suficiente!
Sí, es verdad que la mente y las palabras son muy poderosas; por supuesto que es importante el lenguaje y las palabras que nos decimos a nosotros mismos, la programación mental del autoconcepto y la autoestima influye directamente en nuestra capacidad de actuar e incluso influye en el flujo de sangre y las conexiones en el cerebro que me predisponen la capacidad de hacerlo o no; pero estamos hablando de resultados tangibles, lo que pensaste, lo que planeaste en tu cabeza pero no ejecutaste no vale. Siendo objetivos y pragmáticos; las cosas suceden con esfuerzo y voluntad, con buena actitud y sobre todo ¡CON ACCIONES! No simplemente queriendo ni decretando al universo para que todo se acomode, esperando que caiga del cielo, rogando a Dios para que nos lo mande, soñando, alineando los planetas para que suceda, pidiendo un deseo a las estrellas o diciéndoselo al espejo para que aparezca. Y así de claro, quedándonos de brazos cruzados no va a pasar. Ahora, probablemente hacemos, nos esforzamos y aún así no lo conseguimos, pero partimos de la base que todo lleva un tiempo, sigue un proceso y no por ello quiere decir que fracasamos, porque no lograr algo habiendo hecho lo que hizo falta para llegar nos deja también un aprendizaje y un nuevo punto de partida para seguir.
¡Cambiemos el discurso! Entendamos que no podemos pretender remar donde está seco, hay que ser realistas y bien crear nuestro ecosistema perfecto para conseguir o salir de él, pero es necesario empezar a tomar decisiones inteligentes, a hacernos responsables de nuestra propia vida, porque lograr algo, es más bien cuestión de realidad, de voluntad, de objetivos claros, de empeño, de esfuerzo, de tiempo invertido, de acción, paciencia y de trabajar por aquello que realmente quieres; así que no te hagas bolas, déjate echar culpas, de lamentos, de deseos, ideas fantásticas y decretos que se quedan en ello; más bien ponte manos a la obra, que con esperar queriendo nada va a suceder, no hay magia.
Así de crudo, nos queda claro entonces que… ¡El querer no alcanza para poder!
©Mónica Cué
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