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Foto del escritorMónica Cué

EL TDA ES REAL ¡NO ES UNA MODA!

Por Mónica Cué.

Tener Trastorno por Déficit de Atención (TDA) con o sin H (hiperactividad) no es un juego, no se puede tomar a la ligera ni minimizar como sucede con frecuencia en nuestra sociedad. Se usa trivialmente decir “tienes déficit de atención” a una persona simplemente distraída y NO señores, el TDA es real, se padece, es serio y no es una moda; no es simplemente ser distraído o disperso, no es menor para quien realmente lo tiene cerca y tampoco es chistoso.


Se tiende a juzgar a quien lo tiene por ser diferente, por ser inquieto, por ser raro, por ser quien se mete en problemas constantemente y no se le da la importancia que realmente tiene. Tener o ser parte cercana de la vida de una persona con TDA no es de por sí sencillo, como para sumarle etiquetas.


Además, se tiende a criticar a los padres que tratan y medican a su hijo por padecerlo como si por ello fueran malos padres o no quisieran lidiar con el niño o el “problema” cuando claramente no es un problema, sino una solución y no es por deslindarse de una responsabilidad sino precisamente para asumirla y ayudarle a tener una mejor vida. Dejemos de juzgar a la ligera sin saber.


El TDA, se traduce a una falta de madurez en ciertas partes del cerebro y por lo tanto, el ciclo de ciertos neurotransmisores se relentece, así que hay que poner importancia y darles el apoyo que necesitan que no se va a resolver con magia, es crónico y por lo mismo, hay que echar mano de terapia, herramientas y medicamento que le encaminan y le ayudan a centrarse para tener menor impacto y lograr vivir mejor.


Si que es verdad que hay muchos falsos diagnósticos, que es común, pero desencadena una infinidad de síntomas y complicaciones que no son simplemente distracción. Una persona con TDA no solamente tiene que lidiar con su trastorno; la presión social, el desbalance emocional y el tratar de entender y resolver el día a día como se les presenta; sino que además, tienen que lidiar con comentarios y preguntas como: -¿Tienes TDA?, es que no lo pareces. Y ¿Cómo es que se ve una persona con TDA según sus estándares? ¿Y porque no te lo parece, significa que no lo tiene? ¡La ignorancia nos alcanza! Una persona con TDA no lo tiene que parecer, no es evidente y quien lo padece hace un esfuerzo infinito por mimetizarse con el entorno y las exigencias de la vida diaria.


Son personas nobles y auténticas, son fantásticos, dispuestos, capaces e inteligentes. Hay que ver cómo les cuesta hacer estrategias, pero por lo mismo, no son maquiavélicos en su operar diario, son impulsivos pero ocurrentes y divertidos, no tienen filtro y eso los hace ser únicos, francos y transparentes. Con ellos sabes que lo que ves, es lo que hay y no hay más allá, no te esperes una trastada planificada, no te esperes una respuesta elaborada ni pensamientos o acciones ocultas, sabes perfectamente en el terreno que estás parado y puedes esperar sinceridad de corazón con buenas intenciones, aunque el exceso de franqueza no siempre sea bien recibido. Tener a alguien con TDA en casa es tener a alguien que siempre va a decir lo que piensa sin secretismo, así que hay que apreciarlo, saber tomar lo bueno, aprenderles y aprovechar tenerlos cerca.


Ahora, les pueden costar ciertas cosas, pero tienen la ventaja de que si ponen el ojo en algo o si algo les interesa, lo exploran a tope y desde todos los ángulos hasta que lo dominan.


El colegio les cuesta. Escuchar sentados dos horas seguidas la explicación sin distraerse con quien pasó fuera del salón, con quién se ríe bajito, con quien hace un mínimo ruido, un movimiento o con su propia mente que vuela para otro lado, se complica horrores y es que las tareas multi instrucción se vuelven imposibles de barajar, la opción múltiple lejos de ayudar confunde, el juego de palabras es borroso, la presión de ir contra reloj, el estate quieto y en fila se dificulta, el orden para una simple suma que de un momento a otro se les convierte en resta o en darle la vuelta a la hoja no impacta positivamente, pero es que para ellos, a la hora de estudiar y aprender, el esfuerzo es mucho mayor y el resultado de la evaluación no refleja ni el conocimiento que llevan, ni el esfuerzo que han hecho para aprenderlo.


Por favor papás la sobreexigencia les estresa, aplaudan los logros, impulsen y midan los resultados de acuerdo al esfuerzo y no al número. Utilicen técnicas que se adapten a sus necesidades, entendamos que para cualquier niño, seguir el camino establecido es sencillo porque siempre ese camino estará mejor pavimentado que la terracería por donde transitan las personas con TDA, no lo hagamos más difícil. Ayudemos por lo menos en casa utilizando por ejemplo una pelota en lugar de silla para poder moverse mientras se hacen los deberes (el cerebro de estos niños funciona mejor estando en movimiento), echemos mano de canciones para textos largos y probemos por ejemplo lanzamientos de balón mientras se aprenden las tablas de multiplicar. Tratemos de hacerlo dinámico, divertido y eficiente, seamos nosotros los adultos responsables, adaptemos nuestros pensamientos limitantes y nuestros comportamientos aprendidos a las necesidades, la realidad y los cambios que tenemos enfrente.


Para estos niños, la escuela duele y es un peregrinar por la oficina de dirección; para los papás un llamado de atención constante por parte del colegio y eso es inevitable, pero tenemos que elegir nuestras batallas. Las riñas no se dejan esperar, los regaños por las notas, por hablar, levantarse o no poner la atención debida son permanentes; y no es que sean niños tremendos, malos, conflictivos o indisciplinados, simplemente no lo pueden gestionar.


Atender las individualidades como profesor entiendo que es engorroso cuando no se está en una escuela con atención personalizada, cuando se es parte del sistema de educación tradicional y por lo tanto, los quieren educar como en paquete a todos por la línea, pero hay que ver que muchas veces es con la falta de empatía y las riñas constantes por parte de los profesores donde empiezan las etiquetas que perciben todos los demás y marcan.


A esas etiquetas se le suma que entablar relaciones interpersonales les cuesta. Aunque no les cuesta hacer amigos, al contrario, por lo general son súper sociables, pero les cuesta mantenerlas, les cuesta “encajar” y es que las etiquetas y el rechazo lo viven desde muy pequeños. Para ellos, puede ser devastador dependiendo del carácter de cada niño, pero como padres, se siente tristeza, enojo, impotencia, desesperación y ganas de actuar, pero sin invadir su territorio, así que…nos quedamos con todo eso que sentimos y sin poder hacer nada desde esa trinchera.


Y es que les es tan difícil encajar porque tienen dificultad para las funciones ejecutivas, para regular las emociones, la asertividad no es su fuerte y se complica el sentido del tiempo y la urgencia. Les cuesta empatizar y dar seguimiento social a las circunstancias, pero no es por mala educación o falta de interés, es incapacidad para estar pendiente de lo que sucede en la vida y el entorno de los demás cuando toda su energía se drena en tratar de descifrar la propia.


Hay que entender que tan importante es conocer que lo tienes; como para la familia, amigos, profesores o pareja poder entenderlo para sobre llevarlo bien. La intensidad apremia, la edad avanza, las formas de convivencia son distintas y por lo tanto el entendimiento y la dinámica cambian del resto o de lo socialmente esperado. Se meten en líos y peleas con los demás sin argumentos claros, utilizan frases y comentarios poco asertivos o pensados, son impulsivos, exploradores natos e insistentes, pero a la vez desprendidos y sin malicia. Necesitan el orden y la rutina pero sin darse cuenta entran en caos.


Para ello, busquemos herramientas sencillas que puedan servirles de apoyo: Guardar el sweater en la mochila antes de salir al recreo para no perderlo en el patio, utilizar alarmas para realizar actividades y armar rutina, apuntar todo lo que hay que hacer en la libreta para poder hacerlo existir y completarlo; para ellos, si no está apuntado no existe. Las tareas obligatorias habrá que encaminarlas para que las ejecuten en tiempo y forma.


La realidad es que son un poco incomprendidos porque no es que sean rebeldes, tontos ni egoístas, es que simplemente les cuesta más esfuerzo ejecutar con asertividad y eso también les machaca la autoestima ¡Ojo! Que una baja autoestima puede desencadenar frustración social y académica que en muchas ocasiones resulta en deserción escolar.


Se dificultan las matemáticas que son primordialmente razonamiento lógico, se complica estructurar para escribir un texto, seguir una charla, empezar con un tema de conversación nuevo, aportar, hilar sin dispersarse y por lo general interrumpen o cambian el tema, pero esto, porque muchas veces se quedan clavados en temas pasados en una conversación, regresan o son redundantes. Piensan más rápido de lo que hablan y entonces probablemente se comen frases, palabras o piensan que dijeron algo que no dijeron, que explicaron algo que en su cabeza sonaba de cierta forma pero lo expresan sin pies ni cabeza. A veces es un poco un circo porque hablan impulsivamente como con pánico al silencio y entonces las palabras salen como vienen y muchas veces resulta poco atinado.


Como consejo para los padres puedo decir que la autoestima, las muestras de cariño, la seguridad, confianza y empatía son primordiales. Si emocionalmente se encuentran en equilibrio y crecen en un ambiente contenido rodeados de amor, podrán utilizar la energía y el foco en otras cosas, sin embargo, la balanza se equilibra cuando no se deja de lado la motivación, a veces desespera ver que no se ejecutan las cosas, que no suceden como deberían suceder, que tardan un montón en empezar a actuar, que tienen resultados no deseados y como padres caemos en engancharnos, explotar o en querer resolverles todo ¡error! Y digo que la motivación no debe mermar porque el que no se enfoquen no quiere decir que no puedan. Tengamos la mente en que son capaces y responsables, simplemente llevan su propio ritmo y probablemente antes de hacer y resolver todo por ellos, debemos encaminar, ayudar a retomar el foco y dar herramientas compensatorias para que vayan cada día desarrollando más “salvavidas” que les ayuden a conseguirlo más y mejor. Aceptemos la realidad como es, hay que informarse y sobre todo armarse de paciencia ya que muchas veces queremos exigirles como a cualquier niño sin tener en cuenta que para ellos representa el doble de esfuerzo, una carga física, mental y emocional mayor y un reto hasta para terminar tareas que parecieran evidentemente sencillas.


Procrastinar es el verbo que cabe aquí. Para las actividades que les gustan, para lo que sienten tener bajo control o para los temas que les llaman la atención son una bala; sin embargo, van aventando lo que les parece un reto, lo que no les atrae y lo que tienen que pensar en cómo resolver, entonces, es verdad que necesitan orden y disciplina, que todos tenemos obligaciones que no necesariamente disfrutamos y de cualquier forma hay que hacer, pero procuren en la medida de lo posible las actividades para las que son buenos, que hagan deporte y que exploren también otras actividades que les puedan gustar.


¡Pidan ayuda! Vayan a un especialista que pueda orientar a las dos partes y no le tengan miedo a la medicación si es necesaria. Si uno tiene dolor en cualquier parte, lo atiende. Pues bueno… Esto es lo mismo y en mayor o menor intensidad, es de por vida así que ¡hay que atenderlo!


Como dije antes, es crónico, así que hay que armarse de estrategias para la vida y seguramente que en el futuro, van a usar esos recursos para tener un trabajo que les encanta y lo desempeñarán fantásticamente, pero necesitan estructura, herramientas, empatía, apoyo y aceptación.


Conforme se hacen mayores, la independencia se convierte en el reto más grande; acordarse de cerrar la casa, apagar la luz, de que la estufa está prendida, la ropa mojada en la lavadora, de hacer la compra, pagar las facturas a tiempo, viajar solos sin contratiempos, o simplemente mantener un orden, rutina, estructura y disciplina requiere foco y mucho esfuerzo.


Abruma a futuro el pensamiento de que el proyecto que tienen pueda llegar a buen puerto y no porque se dude de la capacidad de desempeñarlo, sino por la habilidad para ordenarse y gestionarlo adecuadamente en tiempo y forma. Por eso, como padres, por un largo rato hay que fungir como conciencia, alarma, recordatorio y agenda constante, hay que poner sobre la mesa las señales que no están viendo y aclararlas un poco para desenredar e interpretar esas señales que inconscientemente todos mandamos al entorno y ellos no pueden interpretar. Llegará el tiempo en que les toque a ellos ejecutar por sí solos.


Conseguir pareja para nadie es fácil, pero cuando tienes TDA y te cuesta trabajo escuchar al otro, tomar iniciativas o cumplir al pie de la letra con las actividades planeadas es más complicado y evidentemente tampoco será sencillo de aceptar cuando la otra parte no lo padece. Habrá que hacer acuerdos, aprender a regular las expectativas, planear, acomodarse y repartir tareas de acuerdo a las capacidades de cada uno.


Así que en cuanto a conseguir pareja… Pues sí, seguramente les será más difícil, pero no por ello imposible. Son personas tan nobles y auténticas, que no les faltará con quién; sin embargo, sí que tendrán que pasar más filtro, rodearse de las personas adecuadas y no dejarse llevar porque sinceramente son más vulnerables a ser lastimados emocionalmente. Por lo general, son personas muy emocionales, entonces, el impulso, la frustración y el enojo repentino aparecen por cosas mínimas lo que los puede meter en problemas. Sin duda a la hora de buscar pareja habrá que encontrar a una persona buena influencia, que no se enganche, que acepte y entienda lo que está pasando, pero que le de la importancia que tiene cada situación. Una adecuada compañía realmente puede hacer la diferencia. De cierta forma puede ser su medicina, su mayor impulso, su mejor aliada o su más grande pesadilla.


Entonces… el TDA es real, no es una moda, no es ser raro, distraído o conflictivo. El TDA merece seriedad, se padece, se vive y se aprende a convivir con él.


Empecemos por ser tolerantes. Busquemos educar en la empatía, porque es ahí, en la empatía, donde realmente empieza el camino hacia nuestra evolución como sociedad incluyente.



Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué




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