HAGAMOS DE ESTE AÑO, UN GRAN DÍA A LA VEZ.

Por Mónica Cué

Y así, de la noche a la mañana, cambiamos de número, en un literal abrir y cerrar de ojos estamos en otro año. Y quiero detenerme en esto, porque aunque sea un día siguiente común, cambiar el número de cualquier acontecimiento representa primero un freno, una recapitulación y después un impulso. El cambio de número abre nuevos ciclos, nuevas oportunidades, genera energía y conlleva nuevas esperanzas. 

Cuando se acerca nuestro cumpleaños, nos pasa que sentimos nostalgia y una energía diferente a la habitual desde unos días antes; la expectativa es demasiada, a veces la frustración por lo esperado y no conseguido deprime, el cierre cuesta pero a la vez alegra y esto genera sentimientos encontrados que de pronto confrontan. Esto mismo nos pasa cuando cambiamos de año calendario y muchas veces se resume al recuento en un día, a la esperanza, los sueños, los deseos, los propósitos y las intenciones que se quedan ahí. 

Pero ¿Por qué dejamos para el final las reflexiones?, ¿por qué es hasta que está por terminarse el ciclo que frenamos, nos lamentamos, nos alegramos y agradecemos lo que tenemos y a quienes tenemos?, ¿por qué es una vez al año que valoramos lo vivido, que buscamos personas que probablemente no vimos en todo el año?, ¿por qué es ahora que nos entra la nostalgia por lo que no hicimos, por quienes no convivimos y queremos como empezar de cero y hacerlo todo con esperanza de que todo cambie en los días que vienen? 

Propongo que hagamos planes con plan, que vivamos con más intensidad y objetividad todos los días, que nos dejemos de ese romanticismo lleno de buenas intenciones que duran un día y hagamos esa evaluación cada día; todas las noches hacer el recuento de nuestro día presente, lo bueno, lo no tanto y lo que pude hacer mejor, dediquemos unos minutos para hacer cada día una reflexión, agradezcamos lo que sí tenemos hoy y elijamos nuevamente estar donde estamos o empecemos a movernos hacia donde queremos estar, pero no esperemos al final del año para hacer planes, actuar o llenarnos propósitos que se quedan en ello. Procuremos a las personas que valoramos en nuestra vida, hagamos un plan para conseguir los objetivos y todos los días analicemos cuánto hemos avanzado hacia nuestro propósito inicial ¿Realmente estoy llevando una estrategia para conseguirlo?

Llegamos al final del año, pero celebro el nuevo comienzo. Ha sido un año con subidas y bajadas, retos superados, sueños cumplidos, metas alcanzadas, fracasos con aprendizaje, un año que me ha hecho llorar, pero también me ha hecho más fuerte, un año con obstáculos brincados pero también me ha dado sorpresas, muchas alegrías festejadas y un montón de risas compartidas. Un año de mucha reflexión, autoconocimiento y cambios. Bienvenido sea este año que siendo objetiva, se que tendrá días felices y días difíciles, pero llega con impulso, con ganas y con las expectativas puestas para hacer de él un gran día a la vez. 

Puedo sonar trillada, pero lo único que pido para mí y los míos cada día es salud, de lo demás me encargo yo. De cumplir sueños y ser feliz, me encargo yo; de procurar el amor con quienes me importan para que venga de vuelta, me encargo yo; de tomar las decisiones adecuadas, me encargo yo; de los nuevos proyectos, me encargo yo; de mis relaciones, mis emociones, de mis sentimientos, mis acciones y mis consecuencias, también me encargo yo. 

El elegir mi vida todos los días inteligentemente lo gestiono yo. Y no es por soberbia, pero se que todo eso está en mis manos y depende de mí conseguirlo o no, claro que también confío en la voluntad de Dios, siendo una persona espiritual, estoy segura que él está conmigo y me sostiene, pero se que no puedo dejar todo en manos de Dios. A Dios tenemos que ayudarle a ayudarnos y eso será actuando congruentemente y en consecuencia sin esperar que las cosas caigan solas del cielo. Así que por eso, lo que pido es salud para poder intentar llevar a cabo todo lo demás. 

De este año… Me quedo con lo bueno, y si algo no fue así, intentaré aprender de ello o tomarlo como impulso. Vamos por un año maravilloso, un día a la vez, dejemos atrás los errores, las penas, el dolor y los rencores; soltemos conscientemente, pero habrá que tener presente que no todo es soltar, también sostengamos con fuerza aquello de donde nos vamos a impulsar para conseguir nuestros objetivos.

Empezaré con la intención de valorarme y amarme más, pero también de valorar y amar con más intensidad, intentaré perdonarme y perdonar más, me enfocaré en conseguir una mejor versión de mí, en crecer un poquito cada día y evolucionar de pensamiento, apelo por la empatía y por rodearme de personas de valor, pero que también me empujen a elevar el mío; me comprometo a sortear el miedo y arriesgarme a nuevos retos, liberarme de situaciones pasadas dolorosas, pero a la vez atesorar, agradecer y aferrarme a los momentos felices que estoy segura serán muchos.

Ahora, también decido que no le dedicaré espacio mental, tiempo y foco a quien o a lo que no me va a llevar a ningún lado, a lo que pasó o a los proyectos sin salida,  mejor me enfocaré y trabajaré en lo que realmente quiero para mi vida, procuraré con frecuencia a quienes quiero tener cerca y no esperaré al final del año para añorar y buscarlos o para decirles la importancia que tienen en mi vida ¡Alguien tiene que empezar!

Todo se reduce entonces a tomar las riendas, a ser conscientes de que cada día es la oportunidad para construir mi buen vivir, para elegir vivir bonito, para seguir por el mismo camino, hacer cambios o tener un nuevo comienzo. Nunca es tarde para crecer y ser mejor.

Así que… “A poner el corazón en lo que hacemos”, las metas son de cada día y con el gran conjunto de logros chiquitos, nos sorprenderán los resultados a la hora del recuento ¡Hagamos de este año, un gran día a la vez! 

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