Por Mónica Cué
¿Ustedes se acuerdan cuando eran pequeños cómo percibían a los más grandes? Veíamos casi anciana a una persona que tenía probablemente cuarenta años. Cuando entramos al colegio y veíamos a los de unos cuantos años más arriba pensábamos, "es que ellos son muy mayores" y soñabamos con el día en que seremos uno de ellos; pero de pronto "pum" estás ahí y resulta que no te sientes tan mayor como pensaste que eran siendo más pequeño. Luego, veías a los que estaban en la universidad, decidiendo su vida, siendo "independientes", llevando el coche, teniendo novios y pensabas que estaba todavía muy lejano para tí, pero de pronto, de nuevo "pum" te encuentras ahí y te das cuenta que las decisiones se ven borrosas, que la independencia probablemente no la tienes, que la persona adecuada no ha llegado y que el coche no es precisamente propio, y así... llegan los treinta donde imaginabas que tendrías una estabilidad, tu trabajo ideal, dinero suficiente, una familia de película y cuando llegas ahí te das cuenta que el cuento que te hiciste en la cabeza, no era del todo rosa, que la vida fluye, se aprecia y avanza, pero que las expectativas que te hiciste, la película que te contaste y como creíste que todo sucedería resulta diferente para cada quien, te das cuenta en un parpadeo que estás ahí, te encuentras en el mismo lugar que veías tan lejano y por supuesto que no resultó precisamente tan lejano, ni te sientes tan mayor como lo percibías. Ves para atrás y ahora lo pasado es lo que ves lejano. En fin… así son las reglas de crecer, pero no conforme, estás ahí y sigues mirando para arriba, sigues pensando cómo serían los cincuenta, los setenta, cómo vas a estar en la vejez y te abrumas sólo de pensarlo... ¡Basta de eso! Las circunstancias cambian, la vida fluye y cada etapa se disfruta de diferente manera, pero seguramente los años que siguen sucederán de la misma manera que cuando eras pequeño y veías en el colegio a los mayores, de pronto nos encontraremos ahí sin poder creer que ha pasado todo ese tiempo.
La vida se mueve en etapas y con la ideología de cada época, pero se va capoteando con las herramientas que tenemos en cada momento. A los dieciocho a todos nos importaba lo que pensaran de uno y teníamos la necesidad de pertenecer, a los cuarenta poco importan las apariencias, pero llegan mil cuestionamientos y pocas respuestas. Por ello, asegurate que a tus setenta, el recuento y tus respuestas, no te digan que nadie nunca en realidad pensaba en ti. Fomenta un círculo de valor, pero también procúrate y construyete lo mejor que puedas desde temprana edad.
Cumplir años es inevitable, la perspectiva va cambiando y las prioridades también, por eso, procura hacer hoy lo que haga falta para verte y sentirte bien, para construirte de la mejor manera e ir avanzando, disfrutando en presente cada etapa sin abrumarte, valorando y atesorando lo que tienes y a quien tienes, sin importar la edad, todo llega y a todos nos va a llegar de diferente manera, pero no necesariamente de acuerdo a lo planeado. Construye relaciones de valor y eleva el tuyo propio para que al final del camino mires con orgullo a aquel niño pequeño de la escuela que cuando miraba para arriba a los mayores, le brillaban los ojos y quería sentirse así de importante. Deseo que a la edad que tienes hoy, viviendo la etapa que vives actualmente, tus ojos brillen y sepas que sin darte cuenta del paso tan rápido del tiempo, eres así de espectacular y valioso como lo dimensionabas a pesar de…
Que ese niño, se sienta orgulloso de lo que construyó, de lo vivido y de lo conseguido.
Contrario a lo esperado, hoy me doy cuenta que estoy en otro lugar del que esa niña pequeña pensó que estaría; pero, ese lugar, aunque es diferente, también me hace ver que diferente está bien y que diferente también me gusta, me abre los ojos para entender que tengo la capacidad de reubicarme, de transformarme, de reprogramarme y colocarme donde quiero estar con quien quiero estar sin pretensiones de aparentar lo que no soy, ni vivir bajo los parámetros de nadie más que míos.
Y cero me siento mayor, para nada me percibo como de niña veía a las personas que tenían la edad que hoy tengo, la perspectiva va cambiando, las circunstancias también, las personas maduran, el mundo evoluciona y el entorno gira.
He gozado cada etapa, quizá me hubiera gustado vivir cada una más despacito para disfrutarlas por un ratito más. Me quedaría más tiempo abrazada de mis padres, me detendría con paciencia a escuchar sus historias, a tomar todos los consejos, grabaría las risas y gozaría sin tantas expectativas ni prisa; al final, añoro ese cobijo de ser niña cuando las responsabilidades, las decisiones y las consecuencias dependían de mis padres, se extraña vivir sin mayores preocupaciones, con toda la ilusión e inocencia de un niño; con toda la fiesta, la música, los sueños y la euforia de jóven, pero también me encanta quien soy hoy y no me regresaría a esa persona que no tenía muy claro quién era ni por dónde, no es que hoy lo vea tan cristalino, pero si soy más asertiva, más pragmática, no necesito pertenecer para ser, no necesito pretender, apantallar a nadie ni llenar casillas más que las que yo me pongo; hoy me acepto, hoy estoy segura que soy de la talla correcta en todos los sentidos, conozco mis límites y mis capacidades, he aprendido que la red de personas en reciprocidad con las que cuento son extremadamente valiosas y las atesoro, pero he aprendido también a filtrarlas, hoy no me fío ni me comparo con nadie, aunque eso sí, me espejeo, trabajoen mi y no me olvido de mi esencia para intentar ser un poquito mejor cada día. Hoy me adjudico el premio de la edad que tengo y me dejo de trivialidades sobre mi cuerpo, sobre lo socialmente correcto o sobre lo no importante. Hoy procuro mis objetivos con más conciencia, me procuro y a mis personas favoritas, trato de enfocarme en ser lo mejor que puedo con lo que sí tengo y pretendo hacer lo mejor con el tiempo que me quede.
Conforme pasan los años, los cuestionamientos no se dejan esperar, las respuestas no llegan, el pensamiento catastrófico invade, el camino no siempre resulta tan pavimentado y nos enfrentamos a una realidad aterradora del paso de los años que nos orilla muchas veces a la negación, a no vivir o valorar cada momento y renegamos de nuestra edad.
¿No quieres envejecer? ¿Te da miedo lo que sigue? Pues… ¿Que no veías para arriba a los mayores que tú? ¿Que no dijiste cuando eras niño que soñabas con ser adulto para ser, para hacer, para tener libertades? ¿Cómo vas con eso? ¿Te arrepientes de lo vivido? ¿Te quieres restar la edad? ¿Qué año te eliges quitar? ¿Cuáles quieres borrar de tu calendario de vida? Te tengo noticias… estás ahí, vas para adelante y es inevitable ¡Mejor abrazalo!
Y no me dejarán mentir si les digo que todo el tiempo nos quejamos de trivialidades, vemos la foto y decimos que no salimos bien, nos miramos al espejo y encontramos mil defectos, pero cuando pasan los años y miras el espejo o esa misma foto… te das cuenta que estabas guapa, impecable, perfecta y no lo supiste ver en su momento. Así sucede con todo, dejemos de ver los defectos, dejemos de añorar y esperar, más bien tratemos de atesorar como somos cada día desde la aceptación y el amor propio. Dejemos de sabotear nuestra persona, nuestra propia vida, dejemos de luchar con el momento que estamos viviendo, dejemos de ver todo el tiempo lo que nos viene, tratemos de no imaginar o abrumarnos por lo que sigue que seguramente no va a suceder como lo imaginamos. En unos años veremos para atrás y vamos a dimensionar que todo eso era perfecto y que el momento en que estamos, también es perfecto. Cada uno diferente, todos adecuados y listos para disfrutar. Así será hoy y estoy segura que así también será lo que nos espera de frente. Lo hemos hecho desde ese niño pequeño de la escuela hasta hoy y lo haremos de igual forma con lo que tenemos de frente.
Considero que un punto importante para disfrutar la vida como sea que venga y conservarse, es mantener una ilusión, hacer cosas que te llenen, que disfrutes, un propósito o una motivación para crecer, para seguir aprendiendo, dedicarte tiempo y cuidarte. Cuidarte física y mentalmente, pero también cuidar la red de personas con las que te rodeas, cuidar tu espíritu, la calidad de tus pensamientos, mantenerte vigente y presente para seguir disfrutando del camino sin clavarse en expectativas ni alimentarse de añoranzas mirando al techo.
Volteo la mirada, veo el envejecer en retrospectiva y me doy cuenta que hasta hoy, mi propio recuento me hace sonreír, he vivido una infancia amorosa y feliz, una juventud envidiable, contenida y divertida, estoy en una edad adulta que aún teniendo momentos difíciles, me ha parecido una gozada, por eso haré lo que haga falta para conservarlo así, y afrontaré el futuro sin miedo (o con él pero sin estancarme) y conscientemente me muevo hacia lo que sigue.
Valoro los años como un premio que me he ganado ¡Sigo aquí! Eso ya es un tesoro. Así que decido abrazar mi edad amorosamente y seguir contenta por los años que me queden.
Y a tí… ¿Tu recuento te hace sonreír?
Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué
Comments