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Foto del escritorMónica Cué

ENTENDER QUIÉN SOY DESDE MIS RAÍCES.

Colocarme en el lugar que me pertenece dentro del sistema familiar.


Conocer nuestra historia familiar nos lleva a un mejor entendimiento de nuestras raíces.


Entender quiénes somos, por qué somos y de dónde venimos nos arraiga a un sentimiento de pertenencia y conexión con personas de nuestro presente pero también de nuestro pasado y lo será de igual forma con las de nuestro futuro.


Nuestra historia familiar va más allá de nombres y fechas en un árbol genealógico, consiste en historias que nos pertenecen y en parte nos influyen para ser quienes somos.


La conexión con nuestro pasado inmediato, nos provoca las ganas por conocer acerca de nuestros antepasados. Resulta muy interesante transportarnos a diferentes épocas dentro de nuestra misma familia, saber cómo vivieron, qué se hacía, qué se acostumbraba en ese entonces; nos abre un mundo de historias lejanas pero a la vez muy cercanas a nosotros.


Involucrarse en la investigación sobre las historias de vida de nuestros antepasados, conocer los desafíos que afrontaron, los éxitos que tuvieron, las debilidades, dificultades e historias de amor, a qué se dedicaban y cómo se conectan con nosotros. Todo esto genera empatía con las generaciones que pasaron. Hablamos de personas con las que podemos formar conexiones memorables, que vivieron, respiraron, sufrieron y triunfaron como parte de nuestro pasado pero que en realidad se trata de un pedacito de cada uno de nosotros.


Es enriquecedor hacer una recopilación. Recuperar parte de la historia de nuestra familia, es recuperar lo que podemos de la vida de quienes están conectados con nosotros y vivieron en otros tiempos, es conocer también parte de los recuerdos, pero también parte de nuestra historia, cosas que forman parte de nuestra vida pero que en realidad son ellos quienes las guardaron en sus memorias. Es renacer y recordarlos como los testigos en primera fila de esa parte de nuestro mundo.


"Recuperar parte de la historia de nuestra familia, es recuperar lo que podemos de la vida de quienes están conectados con nosotros y vivieron en otros tiempos".


El término genealogía hace referencia al orígen de algo, es decir, su génesis. Nuestro génesis representa parte de nuestro pasado para ayudarnos a descifrar el presente. Es decir, nuestra vida, independientemente de nuestra individualidad, está ligada al sistema familiar del que venimos. Conocerlo, nos permitirá tener acceso a situaciones, patrones y conductas que puede ser terapéutico revivir para entender nuestro presente, sanar heridas, romper esquemas, patrones y estereotipos, romper ataduras para convertirse genuinamente en uno mismo desde el conocimiento.


Entender el presente investigando tu pasado puede ser liberador, puede ser la explicación a circunstancias que nos parecen inexplicables y es que esas raíces producen memorias que se reproducen de generación en generación, organizan el cerebro y además de ser enriquecedor, encontramos que averiguando sobre nuestros ancestros no solamente descubrimos que podemos compartir con ellos rasgos físicos sino que se pueden repetir de forma involuntaria e inconsciente, historias que están sucediendo en tu vida pero que también pudieron ser vividas en otra época, por alguien más de la familia.


Indagar en parte de la historia de nuestra vida, es revivir, plasmar y traer al presente recuerdos e historias que solo los que estuvieron antes que nosotros guardan, pero también son parte de nuestra historia, recuerdos suyos y nuestros que nosotros no tenemos pero que ellos vivieron de cerca, cosas que forman parte de nuestra vida pero que en realidad son ellos quienes las guardan en sus memorias, con esas historias no contadas se vá también toda esa historia familiar y anécdotas que nunca les preguntamos. Se va un tramo del camino que recorrimos, los testigos en primera fila de esa parte de nuestro mundo.


El apoyo con fotografías, hace que la información cobre más vida, entender el contexto, conocer lugares y poner cara a las personas que no conocimos, pero para entenderlo mejor, es importante también conocer el contexto de la época en la que vivieron cada uno, la situación política del momento, las condiciones socio económicas que presentaban y nos transportemos a ello.


Escribir o narrar sobre la historia familiar, no es sencillo ni objetivo, son relatos que están cargados de subjetividad y emociones ya que traen anécdotas e historias del pasado contadas por alguien que desde sus memorias las ha traído al presente. En la subjetividad de todas estas historias familiares, pueden también existir mitos, secretos o interpretaciones distintas de un mismo acontecimiento por parte de quienes lo vivieron.


Desde el momento que nacemos, empieza una historia nueva y a pesar de ser el protagonista de ese nuevo capítulo y de que nadie lo haya escrito aún, hay personajes en nuestra vida que existen desde antes de nosotros, trascienden y cobran relevancia en nuestra historia y en la de la familia. Podrá haber familias que tengan similitud de valores, gustos, raza, religión u origen, pero difícilmente serán iguales ya que cada familia, cada persona, cada acontecimiento, aporta a la historia un capítulo que la vuelve una historia única e irrepetible. De esta manera, conocer mis raíces, me acerca a entender quién soy, de dónde vengo y poder plantear sobre terreno fértil el hacia dónde voy, cómo lo hago con las herramientas que tengo y colocarme en el lugar que me corresponde dentro de mi sistema familiar.


En cada sistema familiar existen reglas propias pero también reglas universales que deben seguirse y respetarse. Los integrantes de cada sistema familiar nos organizamos de acuerdo a una línea cronológica que hace que fluya o altere la realidad natural de este.


Entonces. Ponte en el lugar que te corresponde dentro del sistema familiar y asume ese rol. El hijo de tus padres (no el hijo de tu pareja), el padre de tus hijos (¡ojo! no el padre de tus padres), el esposo de tu pareja (no el de cualquiera de tus padres).

La energía de vida se transmite en descendente en caso de padres e hijos y en horizontal en caso de hermanos o pareja. Nunca en sentido contrario.


Cada uno tiene su lugar y nunca deberíamos ocupar o asumir un rol que no nos corresponde dentro del sistema familiar.


No tienes que llenar un hueco para tener un vínculo, cubrir las carencias que tus padres tuvieron, ni jugar un papel que no te pertenece. Elige dar los pasos necesarios para avanzar hacia tu propia vida y a pesar de las circunstancias, asume tu rol sin culpas, sin lástima ni remordimientos. No arrastres patrones, ni cargas que no son propias. Sí, cuida, procura, atiende y respeta desde el amor, pero suelta la dependencia, el chantaje o el remordimiento para dirigirte a tu lugar y resolver tu vida desde el sitio natural que te corresponde y nunca el de alguien más. Hijo de tus padres, padre de tus hijos, hermano de tus hermanos y pareja de tu pareja... ¡Ponte ahí!


©Mónica Cué

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