LAS PALABRAS DICEN MUCHO… PERO TUS ACCIONES LO CUENTAN TODO.
- Mónica Cué
- 14 may 2024
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Actualizado: 1 jun 2024
Por Mónica Cué

Empiezo diciendo sin afán de ofender que: Lo que digas no me importa… Me quedo con lo que haces ¡Así de claro! Es que es verdad aunque las palabras dicen mucho, pero las acciones lo cuentan todo.
No importa si dices querer, apoyar o tener interés. Si no haces, apoyas y demuestras tal interés, no vale de nada y es que la congruencia no es a convenir ni la generosidad un monto. Son dos valores que redundantemente muestran valor, son un estilo de vida que se aprende, que se trabaja y se sostiene aún cuando no resulte tan popular.
Desmenuzando un poco, hablamos ya en muchas ocasiones de la congruencia como un valor fundamental, pero ahora toca el turno de la generosidad. Frecuentemente asociamos la generosidad con el dinero y me parece que la generosidad es mucho más que eso y que no necesariamente tiene una connotación económica. Es más, está muy lejos de tener directa relación con lo monetario.
Ser generoso es una gran virtud que pocos tienen o entienden, ser generoso es una filosofía de vida, es una práctica que no se puede fingir. Con generosidad crecen los frutos de un trabajo en equipo, florece una buena autoestima, convence y procura una amistad, fortalece una relación, pone la compañía y solidaridad en evidencia, pero sobre todo muestra la esencia y el corazón sin disfraces.
Eres lo que no hay necesidad de decir, ¡Eres lo que haces!… Una persona generosa comparte su tiempo, su vida, su atención y su corazón. Quien es espléndido con su tiempo te regala un bien que resulta tan preciado que está claro que nunca recuperará. El tiempo no se puede comprar, es un recurso limitado y precioso imposible de reemplazar y por eso resulta ser un generoso regalo. Quien te ofrece su tiempo, empeña dedicación y cariño; el tiempo de una llamada, un mensaje, un detalle o en presencia se agradece, cada uno aporta lo que está dispuesto a invertir con intención y sin perder el verdadero significado de la generosidad del corazón. Ahora… Aunque es evidente que el tiempo de calidad es el mayor gesto de generosidad que puedes recibir, no lo es todo porque también quien te regala su amor, es genuinamente tan espléndido como alguien pueda ser; quien comparte su conocimiento y experiencia, es tan seguro de sí mismo que impulsa el crecimiento de los demás y se alegra por ello; alguien que te brinda apoyo y aliento, te ofrece toda su intención sin pretensión y una persona que te abre su corazón te deja en evidencia su parte más vulnerable; quien te ofrece su amabilidad, te dá lo que tiene y no está supeditado a cuánto tiene.
La generosidad no se anuncia, ni se planea, no es una estrategia ni se puede fingir. La generosidad fluye, se lee, se percibe, se huele, se siente y se ve con nitidez.
Por supuesto que encontrar personas generosas no es sencillo. Me refiero a quienes son generosos en solidaridad, generosos con su tiempo y sus palabras, generosos con su amistad y compromiso, con sus proyectos sin envidias, competencias, rivalidades, ni intereses personales de por medio. Hablo de esas personas genuinas que se alegran por tus éxitos, que acompañan tus pasos por pequeños que sean, esas quienes te alientan, se unen a tu ilusión y están ahí para levantarte o aplaudirte, esas que son pocas y que aunque te jactes de tener muchas “amistades”, en realidad son muy contadas quienes genuinamente son generosas y te demuestran de verdad contigo estar. Estar aunque el plan no suene tan divertido a veces, estar y acompañar desde el corazón.
Claro que para la fiesta todo el mundo se apunta, pero la generosidad se valora más cuando la historia no precisamente es una fiesta, cuando hay que invertirle no solamente palabras, interés y seguimiento, sino tal vez dinero, tiempo y sacrificio. La mayoría busca el pretexto, pero quédate con aquellos que encuentran la forma. La forma de hacerse presentes, de dar seguimiento, llamar o mostrar interés. Siempre existe la fantástica excusa del viaje o la falta de tiempo, pero las verdaderas amistades se hacen el tiempo. Esas verdaderas amistades son contadas y están ahí, te empujan a crecer, te aplauden por aburrido que les pueda parecer, se alegran por lo que a tí te alegra, de verdad lo comparten, así lo sienten y demuestran.
Entonces… Si tienes a una, aunque sea sólo una persona generosa cerca, atesórala, considerate afortunado de tenerla y devuelve en reciprocidad. Es muy fácil apoyar desde la diversión, el chisme y el argüende, es sencillo estar cuando hay entretenimiento o un interés personal de por medio. El reto está cuando hay que pararse firmes y demostrarlo con cariño sin morbo, cuando se trata simplemente de estar sin otro interés que apoyar, compartir, sumar y no bajarse a convenir.
La generosidad permea en muchas áreas de la vida tanto de quien la ofrece como de quien la recibe, el círculo virtuoso no es una falacia y no se puede fingir. Tu puedes desvivirte en elogios para los demás, decir muchas cosas y aparentar otras mil. La realidad es que si las palabras no provienen del corazón, si no vienen acompañadas de actitud, acciones y fondo, se van como llegaron… Los hechos, el lenguaje corporal, la incongruencia de tus acciones, tus pensamientos y tu actitud te delatan.
Entonces, dejemos claro que generosidad no son palabras ni regalos, sino acciones, detalles y actitud. La forma importa; la intención y fondo se perciben a simple vista.
Valora a quien es contigo generoso y por lo tanto no envidioso, a quien es prudente y entonces congruente, a quien es espléndido y agradecido, sincero, presente y elocuente, a quien es genuinamente amigo y testigo, pero sobre todo a quien representa el apoyo y compañía que se quiere como familia.
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