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Foto del escritorMónica Cué

LO QUE LAS CANAS TE DIJERON.

Por Mónica Cué


Hoy te miraste al espejo y las canas te dijeron que la historia va más rápido de lo que te imaginabas, el cuerpo te recuerda lo andado, las arrugas te muestran que hoy es un regalo y que el mañana no existe, pero la sonrisa te dice que lo ha valido todo. 


Te enteras que el hoy es eso, un momento con minutos contados, que la vida es un latir del corazón y que hay que aprender a estar antes de pensar que el soñar y lograr se quedó justo en la añoranza de lo que no se hizo. 


Ahora, aquí la analogía sería: Si vamos a ser mayores tantos años… ¿Por qué ese afán de limitar la vida al breve tiempo de juventud?, ¿es que realmente pensamos que todo lo mejor de nuestra vida pasa en ese espacio de tiempo? La verdad es que los años se ven a simple vista y no frenan, como tampoco frena la vida. Lo que no fue en el tiempo de juventud significa que entonces se nos perdió la vida. Sigamos sumando experiencias en lugar de añorar recuerdos, sonriamos con los recuerdos, pero también construyamos nuevas historias.


También es verdad que un día dejamos de buscar en el espejo la imagen de aquella jóven que fuimos, es verdad que llega un momento en que ni con los lentes puestos encontramos tacón cómodo (en realidad nunca lo han sido) pero navegamos la vida  con la bandera de que la belleza duele y que el estilo es lo último que se pierde; aunque eso también es un poco verdad, y tenemos que procurarnos siempre, conforme pasan los años, hay que echarle más ganas al arreglo y a la imagen que percibimos en el espejo la cual repercute directamente en las emociones y autoestima. Tenemos que ser cuidadosos porque hay una delgada línea entre querernos como somos y mostrarnos sin recato desfachatadamente. Es fácil perderse y dejarse ir.


Ahora, independientemente del físico que por supuesto importa, tenemos que vernos un poco más allá del espejo para no quedarnos en percepción y perdernos las ganas de abrazar lo vivido y lo aprendido, las ganas de abrazar a esa jóven que fuimos sin afán de imitarla y las ganas de seguir abrazando a quien en verdad se mira amorosamente tras ese espejo.


¿Y por qué renegar de lo que ese espejo muestra tras haber vivido y sentido tanto? Dejemos la queja de lado y convirtamos las preguntas en respuestas ¿Quieres vivir más tiempo, estar mejor, llevar buenas relaciones, dormir tranquilo y estar más contento?, ¿qué estás haciendo para conseguirlo?, ¿cuál es tu estrategia?


Acaso hay un  manual que marque cómo debo vestir y comportarme a partir de cierta edad, está manifestado en alguna parte de la cual no me he enterado, lo que se se puede o no hacer a partir de una edad. La respuesta contundente es NO, y no porque aunque sea verdad que se suman unas cuántas décadas, tenemos la edad, la fantástica edad para sentirnos espectaculares, para ir seguras, para disfrutar de lo construido, para apreciar la madurez y las ventajas en las que ésto nos pone. Me veo como me siento, me visto como me gusta y desde ahí me conduzco. 


El paso del tiempo, va quitando morralla de la bolsa; y con ésto, lo que quiero decir es que eliminas las micro basuras de tu alrededor y das valor a lo que de verdad lo tiene; te enfocas en lo que realmente necesitas. Lo que quieres es estar bien y que tus personas de valor también lo estén. Y aunque a veces perdemos la brújula, cada vez vas intentando colocar las cosas en el lugar que les corresponde sin perder magnitudes y prioridades.


Sin duda, me es imposible visualizar dónde estaré en unos años porque soy consciente de los vuelcos buenos o malos que da la vida y así, con todo lo que me ha sucedido, viéndome donde estoy y llevando la vida como la llevo, estoy segura que hace unos años jamás hubiera dicho que estaría haciendo lo que hago ahora y por eso me es imposible ver lo que viene delante y ni siquiera tengo la certeza de que habrá un delante. No tenemos forma de mirar lo que va a pasar, dónde vamos a estar ni cuánto tiempo, pero el tema preocupante no es el cuánto tiempo nos queda, es cómo vamos a vivir ese tiempo de permanencia. Por eso… 


Necesitamos blindar nuestro cuerpo para el futuro.  Llevar desde hoy hábitos inteligentes y por supuesto que esto no nos garantiza nada, pero si nos da la posibilidad de llegar mejor. Dejemos de lado el papel de víctima de aquello que nos ocurre, participemos activamente para construir nuestro bienestar, promover la salud, elegir mejores hábitos y tener una mejor actitud. 


Propongo volverte protagonista de tu vida, arquitecto del propio bienestar, escultor de tu persona y proactivo en tu salud; no dejes todo el poder pasivo en los demás a quienes responsabilizas de tu bienestar, ni a los genes por lo heredado, ni a los demás por tu felicidad, al destino por tus desgracias, a nadie por tu tranquilidad, ni al médico especialista por tu salud. Claro que es él quien te dará la pauta, el tratamiento a seguir y la guía desde su conocimiento y especialidad, pero eres tú quien se observa, eres tú quién mejor se conoce y puedes llegar en avanzada con la información en la mano para ser guiado de mejor forma por el especialista en el ratito que te dedica de consulta. 


Ahora, además de las observaciones y los lineamientos que determine el médico en casos específicos, eres tú quien en el día a día elige lo que comes, los hábitos que llevas, la actitud que tomas, el control que tienes sobre tu vida. Eres tú el único responsable de tu persona ¡No eres víctima de nada! Conecta contigo, piensa que tu bienestar es un todo, el doctor puede ayudarte a sanar, la medicina va a tratarte adecuadamente de acuerdo a lo que le corresponde, pero tenemos corresponsabilidad como pacientes de participar activamente para estar y sentirnos bien. 


La ciencia es importante. Acudir para curarte cuando ya tienes algo, por supuesto imperante, pero el encargado de tu salud eres principalmente tú mismo ¿Qué tal si nos ayudamos a prevenir, estar mejor o enfermar un poco menos con nuestro estilo de vida? Estar sano se traduce en vivir en plenitud física, mental y emocional el tiempo que nos quede. No todo es físico, no todo es apariencia; trabajar nuestros sentimientos, gestionar nuestras emociones y evolucionar de pensamiento es una responsabilidad. 


Cuidarse en todos los aspectos, conocerse y observarse sin obsesionarse, sin extremos, prohibiciones o tendencias de moda es una responsabilidad; simplemente con información, voluntad y equilibrio. Y con equilibrio me refiero a no clavarte en teorías y radicalismos de la vida “sana” sin rumbo, ejercicio extremo pero emociones pobres; alimentación sin azúcar, pero alimentas relaciones nocivas; tratamientos estéticos de vanguardia, pero pensamientos limitantes… El equilibrio es justo eso, un balance gestionando en la medida de lo posible los diferentes aspectos y entendiendo el bienestar en distintas dimensiones. Somos seres integrales y tenemos la capacidad de ser partícipes de nuestro aspecto, igual que hasta cierto punto de nuestra salud conscientemente.


Entiendo que las canas crecen, las arrugas no se desaparecen y es un gran cambio que asumir, entiendo que todos queremos vernos lo mejor posible y le echamos ganas aún viendo que conforme pasan los años nos vamos volviendo más crujientes, lleva más tiempo arreglarte, embarrarte o tomarte. Y no es por inseguridad, sino por mera autopercepción; reconozco que a la edad que tengo, el miedo al espejo no me permite dejar ver mis canas al desnudo, siento que al mostrarlas, se asoma mi parte más vulnerable; desde mi perspectiva, una mujer con canas proyecta confianza y seguridad, una mujer con canas ha sabido sortear su autoimagen más allá del espejo y sinceramente para mi es de admirar, pero portar canas también implica una responsabilidad, compromiso personal y un tiempo de arreglo extra para no rallar en que lejos de verte segura e interesante, caigas en verte descuidada y mucho mayor. Algún día…


Ahora, teñir las canas no significa querer negar que las tienes. Una cosa es no dejar ver las canas y otra no querer asumir que las tenemos aunque sean disfrazadas, una cosa es lo que se ve a simple vista que genera una imagen externa y otra cosa es la percepción que nosotros tenemos frente a nuestros años. Se vale verse o proyectarse con seguridad y arreglarse, teñirse, maquillarse o vestirse en consecuencia, pero no perdamos la brújula, dejemos el empeño de querer transformarnos en quien no somos o pretender vernos más jóvenes de lo que somos...  La línea es muy delgada, cuídate, arréglate, pero para portar bonito los años, no para pretender restarlos ¿Quieres quitarte años?, ¿qué año de tu vida eliges borrar? 


Cambiemos el discurso, físicamente la edad naturalmente se nota y por más esfuerzos que se hagan… no hay ciencia oculta, si te quieres hacer retoques y eso te hace sentir bien, está perfecto, pero que se haga desde la aceptación y para verte lo mejor posible de acuerdo a la edad real, no para intentar regresar el tiempo, aparentar o transformarte en lo que ya no eres ni serás. Nada de eso es posible y se nota siempre, se nota a simple vista el intento fallido, desenmascara tu inseguridad y se percibe la falta de confianza en tí.


Insisto, la salud mental, el amor propio, el autoconocimiento y el afrontar la realidad serán clave para conseguirlo ¡No trates de sustituir el ser por el afán de parecer! Entonces, antes de hacerte un cambio, antes de querer tapar o enmascarar nada, primero trabaja en tí y entonces utiliza esas herramientas para de verdad sentirte mejor y más guapa, más segura y más espectacular, pero no las utilices para disfrazar sentimientos, esconder miedos o querer aparentar lo que no eres ni serás. Hazlo para sentirte fantástica y segura dentro de una realidad.


Por favor… No seamos nosotras las primeras en caer en estigmas prefabricados de belleza, estatus o pertenencia y dejemos de perpetuar pensamientos vacíos. Dejemos por fin de ser nuestras mayores críticas. Es verdad que las canas hablan y nos dicen muchas cosas, pero la madurez no viene sola y hay que aprender a percibir, a pensar y a conducirnos desde ese lugar, pero abrazándonos amorosamente y viéndonos con otros lentes.


 Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué


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