Por Mónica Cué
¿Alguna vez han oído hablar de la psicodermatología? Bueno, sin adentrarse demasiado, les digo que como su palabra lo indica relaciona la piel con la psicología y se refiere básicamente a que la piel muestra de una u otra forma todo nuestro abanico de emociones sin preguntar. Con la piel pasa que la salud y la enfermedad se notan a simple vista, pero también las emociones las queramos reconocer o no, las gestionemos adecuadamente o las evitemos; siempre se perciben a la vista. La piel pone en evidencia sin recato la salud física y lo que sentimos, pero también ventila lo que guardamos, muestra la edad y el estilo de vida que llevamos ¡Que chismosa!
Me imagino y casi sin temor a equivocarme que todos, en algún momento hemos sido víctimas de los bulos cosméticos. Y entendamos como un bulo a información falsa que se difunde con la finalidad de convencer con un objetivo específico que en este caso es vender productos para el cuidado de la piel.
Me parece un tema delicado, entiendo que la mercadotecnia es así, que se trata de promover, consumir o vender y lo entiendo. Entiendo siguiendo por esa línea que hay marcas de maquillaje o cuidado personal que venden por identidad ya sea con una filosofía de venta, con una campaña específica, con una imágen o un renombre, venden por prestigio o estatus, venden basados en estudios firmes o venden la cara de una celebridad y todo eso está bien; cada uno marca su estrategia. Si quieres un cosmético para verte como cierta celebridad puedo entender que por identidad lo consumas, pero ¿Qué hay detrás?, ¿qué venden en realidad?, ¿te has cuestionado alguna vez lo que compras más allá de lo que se anuncia?
En la industria del cuidado de la piel se ponen en juego muchas cosas, se juega con las necesidades y la mente del consumidor, pero se pone en riesgo la condición de la piel de alguien, los padecimientos que se puedan tener o lo que pueda provocar cierto ingrediente, los efectos contrarios que se pueden obtener utilizando activos a discreción y no dejemos de lado que se está jugando con las inseguridades de las personas, juegan con la imagen y las condiciones de la piel de alguien, se juega con los bolsillos de quien está apostando lo poco o mucho que tiene destinado para su piel en ese producto “milagroso”.
Me parece que la mercadotecnia hace muy bien su trabajo, pero la responsabilidad recae sobre nosotros como consumidores, tenemos que apelar al sentido común y dejar de creer todo lo que nos dicen o nos recomienda la comadre porque a ella le pareció buenísimo, entendamos que lo que le funciona para uno, no necesariamente funciona para todos y lo que dicen que venden tampoco es necesariamente cierto.
Pongamos nuestro dinero pensando y apostemos por marcas que tengan un respaldo de investigación, marcas confiables y sobre todo, entender que es nuestra responsabilidad como consumidores informarnos, actuar con responsabilidad, buscar recomendaciones profesionales adecuadas para cada quien y también de nosotros depende creernos todo el mercadeo o no.
Las fotos se editan, los videos también y claro que los filtros, las luces y hasta la misma posición de la cara a la hora de fotografiar hace un efecto diferente que vende un antes y un después impresionante. Pero lo que nos tiene que quedar claro es que no hay magia, no existe producto de cejas o pestañas que nos las haga crecer milagrosamente sin respetar el ciclo natural de crecimiento; no hay crema mágica que desaparezca las ojeras, las arrugas, la flacidez, la edad o todo problema en unos días; no hay suero que nos restaure en poco tiempo y no existe producto alguno que nos haga cambios TAN significativos de un día para otro como lo pintan. El cuidado de la piel va mucho, pero mucho más allá que eso. Apelemos a nuestro buen juicio y dejemos de apostarle a comprar esas “pruebas verdaderas” que se dicen tan ciertas.
Podría asegurar que todas, en algún momento, hemos gastado dinero en productos “milagro” que en realidad no traen resultados TAN sorprendentes como los que decían; ¿Cuántas veces nos hemos dejado llevar por ello? Hemos caído en creer las fotos del antes y después por usar ciertos productos durante un corto periodo de tiempo, cuando en realidad sabemos que en el cuidado de la piel NO HAY MAGIA. La magia está en informarse, leer las etiquetas, buscar especialistas y encontrar los productos adecuados para tu condición o tu tipo de piel y entonces sí creértela y hacer una rutina. La rutina en éste punto sí que será la clave, y con rutina me refiero exactamente a eso, a utilizarlos de manera rutinaria, con constancia y dedicación, pero también volvernos un poco observadores ante los cambios, la temporalidad o las necesidades de la piel y sobre todo, armarse de paciencia y no esperar lo imposible, que los resultados no llegan tan rápido.
¿Lo anterior? Difícil, muy difícil de descifrar siendo un consumidor común, sin tener especialidad estética, dermatológica o química; eso lo entiendo, casi que hay que tener maestría para comprar una simple crema, pero hacia allá voy… Les cuento que personalmente me cansé de invertir en productos, en muchísimos productos que me recomendaban, que escuchaba, que veía, que me ofrecían y cualquier cosa me ponía, mezclaba ingredientes aleatoriamente sin conocimiento y gastaba un dineral en productos que en realidad no servían para mucho. Algunos me daban alergia, otros me causaban irritación, y otros tal vez no para la basura, pero tampoco para ver los resultados que decían tener aún siendo una persona constante y dedicada ¡No es que fueran malos, es que no eran para mí!
Al final; no me quedó más que acercarme al especialista, pero la verdad es que me gusta saber lo que me tomo, me pongo o me embarro, así que me puse a ello, no me quedó más que estudiar, informarme y aprender del tema para conocer más allá lo que sí podría traer resultados prometedores aunque no fuera tan a corto plazo como lo pintan. Tener el poder de leer las etiquetas, conocer los ingredientes y las fórmulas me abrió un mundo fascinante para mí desconocido hasta ese momento. Entiendo que no a todo mundo le interesa, ni piensa invertir tiempo en ello, pero todos queremos ver resultados ¿Cierto? Por eso, invito si no a informarse personalmente, a que se acerquen a su especialista y confíen para que realmente utilicen y gasten en productos que van a servirles de manera personalizada para su tipo de piel, su condición actual y para invertir su dinero en productos que los acerquen a lograr el resultado que quieren de acuerdo a sus necesidades y prioridades.
Es que hay tantos engaños y se toma la piel tan a la ligera que se pone en manos de lo que dice la vecina y sin cuestionar se usan productos o se hacen mil cosas que lejos de ayudar perjudican. La piel cobra factura tarde o temprano y es evidente que refleja hasta lo que queremos mantener más oculto.
La psicodermatología habla justamente de eso, de lo que se refleja a través de la piel y es que como dije antes, es bien chismosa porque además de la falta de cuidado en ella, enseña el estrés, el estado de ánimo, la falta de sueño, las tristezas, la mala gestión emocional, el dolor, la alegría, el estilo de vida y también la salud física. Las ojeras evidentes, la flacidez, la opacidad, el color… Y como estos ejemplos, también directamente enfermedades de la piel como la psoriasis y mil padecimientos de éste tipo que se reflejan con relación directa a las emociones. No lo tomemos a la ligera, ni dejemos en manos de cualquiera nuestra piel.
Para eso hay fórmulas, mucha investigación y estudios. Hay Claramente quien se dedica a ello y eso se paga en los laboratorios y las marcas. Dejemos de comprar productos milagro, baratos, copiados, o que le funcionaron a alguien más y tomemos responsabilidad sobre nosotros. En ésta, como en la mayoría de las industrias hay seriedad y respaldo científico, pero también trampas y trucos, hay juegos de palabras y muchos abusos aprovechándose de la importancia de la imagen y la necesidad de la gente. Hay marcas confiables y también otras muy engañosas.
Ahora, además de los engaños en cuanto a resultados y fórmula ¿Qué venden las marcas? Textura, experiencia, fragancia, ¿Envase? Ese es otro tema, los envases hablan mucho del producto y también venden, yo me declaro víctima de ello, el empaque me llama y por supuesto me retiene. Las marcas invierten en empaques lujosos de acuerdo al mercado al que se quieran dirigir, hay quienes venden ingredientes baratos o fórmulas básicas en empaques lujosos y ¡Realmente los venden!, Ofrecen envases de vidrio, pesados con una capacidad mínima de producto o en mousse lleno de aire a precios absurdos para la fórmula que tienen, pero también hay marcas económicas que caen en ese juego, se comparan unas a otras aunque con envases de plástico o presentaciones más económicas, pero con dobles fondos que aparentan tener mayor capacidad y en realidad contienen poco producto o lo mismo que su competencia directa, pero comparado en anaquel, llama la atención por el simple hecho del tamaño del envase, justamente de eso se trata competir o mercadear y con ello no hay nada oculto, se vale y si mientras les funcione, eso no va a cambiar; se seguirán usando estrategias y no lo podemos evitar, finalmente su objetivo es vender y lo hacen muy bien. Se utilizan juegos de palabras clave, frases de moda, se apuesta por la falta de información y respaldos ambigüos como que si son veganos, libres de crueldad animal, sin parabenos, orgánicos o “naturales”... ¿Enserio? Lo increíble es que nos lo creemos sin mirar lo que hay detrás de cada terminología y la verdad no voy a entrar en ello porque me enrollo, pero lo cierto es que para ello hay regulaciones, por supuesto que hay truco también en eso y “natural” no es sinónimo de inocuo ¡Cuidado!
Aquí mi punto es que seamos un poquito más racionales como consumidores y analicemos lo que compramos para utilizar en nuestra piel, a nadie le gusta sentirse engañado, pero es nuestra responsabilidad y no la de quien lo dice o vende.
La cara y la piel son nuestra tarjeta de presentación al mundo y por supuesto que todos queremos vernos bien, por eso caemos en el juego y compramos lo que sea que nos recomienden o lo que nos ofrezca una mínima esperanza para mejorar.
Los años pasan, la edad se acumula, las arrugas se instalan ¡Todo se ve! Y no pretendo que mi piel se vea de veinte, pero sí que se vea sana, luminosa y aunque tenga signos de edad se pueda apreciar una piel cuidada y bonita; por lo menos que parezca que lo intento. Esa es mi tirada y a eso le apuesto con los productos que busco y utilizo, por eso, insisto en que no crean todo lo que les dicen, no compren todo lo que les ofrecen. Cuestiónense, informense y duden de las marcas que no son claras, que usan juegos de palabras, que se clavan en tendencias, se escudan en ofrecer lo que no contienen en lugar de anunciarse de manera transparente con lo que sí ofrecen realmente y para qué, pero no simplemente con dichos, que para eso es la información y si no la comprenden, acérquense a alguien que pueda descifrarles la etiqueta de lo que quieren comprar antes de ponerlo en su piel.
La piel que tenemos es la que nos va a acompañar siempre, entiendo que lo que hicimos en los años anteriores, el daño solar ocasionado por la irresponsabilidad de estar morenas a toda costa, la falta de información que existía y los productos que se vendían para adolescentes en ese momento, eran prácticamente astringentes y un poco más, pero… La historia se cuenta sola, el daño está hecho y no hay más que ir hacia adelante y cuidarnos sobre lo que ya tenemos, ¡Cuidemos nuestra piel! Y cuidémosla de manera responsable.
Sobre mi opinión y todo lo referente a los mitos cosméticos que circulan ya he hablado antes, es un tema que me apasiona y me puedo enrollar terriblemente en ello, pero el punto aquí es que… La magia no existe, los productos milagro no sirven, el objetivo de la mercadotecnia es vender y no informar, así que por favor no caigan en bulos y no pongan en riesgo su piel que es la única que tienen y la única que tendrán.
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