¡Celebro todos los días mi elección a la maternidad!
Los hijos vienen a nuestra vida para enseñarnos muchas lecciones de amor incondicional e infinito, del verdadero significado de que el amor es ciego. Realmente los amas con todo tu corazón desde antes de conocerlos y son perfectos para ti sin importar como sean para los demás; nos enseñan las mayores lecciones de amor, paciencia, tolerancia y nos enfrentan con nosotros mismos, con nuestros más grandes miedos y asumimos un compromiso con ellos desde el primer día. Sin duda son un gran regalo de la vida, una experiencia única e increíble.
Se asume también un compromiso para quererlos, para guiarlos y acompañarlos en su camino. Son un pedazo de nosotros, con vida, capacidad de decisión y personalidad propia. Con los hijos sucede que asumimos la responsabilidad de sus acciones mientras de nosotros dependen, tenemos la responsabilidad de criar adultos congruentes, autosuficientes, funcionales y fieles a sus valores con capacidad de acción y pensamiento responsable sin esperar nada a cambio más que su propio éxito y bienestar.
"La maternidad deseada… ¡es lo máximo! Pero es lo máximo cuando se da desde el deseo genuino de serlo y no como un accidente irresponsable, por presión social o como un trámite por que es lo que sigue en la vida. Así se vive y así se disfruta".
Celebro todos los días el haber decidido vivir la maravillosa experiencia de ser mamá. A mi me ha hecho tan feliz que respeto a quien decide no tener hijos, pero desde mis vivencias, desde mi perspectiva; esta experiencia nadie se la debería perder. Y nadie dijo que el camino sería fácil. La vida cambia, las responsabilidades cambian, la relación de pareja cambia, el enfoque de la vida y las prioridades también, pero… vale la pena, y vale la pena como digo vale el dolor, vale el cansancio, vale el estrés, vale la responsabilidad y súper vale la alegría vivirlo cuando encuentras a la persona adecuada. Uno sabe cuando llega ese con quién especial para tener un hijo; entonces, el proyecto de formar una familia es un reto compartido y que se disfruta todos los días con todas sus aristas.
"A mí, mis hijos no me deben nada y así quiero que lo tengan presente siempre. Yo fui mamá por que así yo lo elegí, por mi enriquecimiento, por mi gusto, por mi crecimiento, por mi decisión para formar una familia propia que se convirtió en mi prioridad, como un reto personal y de pareja, un enriquecimiento mutuo y lo he hecho lo mejor que he podido por elección también".
Claramente mis hijos no me deben nada. Seré su prioridad, su gigante mientras son pequeños, pero estoy consciente que en el momento que tengan una pareja, un esposo, una esposa o unos hijos; la prioridad serán y deberán ser ellos. La familia que ellos construyan esperando que de igual forma sea por decisión propia. Claro que espero que me quieran, que me procuren pero no como una obligación o porque se sientan en deuda. Simplemente porque así lo sienten y por el gusto de vernos. En ese momento, cuando los vea con sus prioridades bien establecidas, luchando por lo que quieren, tomando decisiones inteligentes y propias, sabré que no he fallado como mamá.
Anhelo llevar una relación de gozo, de amor y armonía con ellos entendiendo que la que está en deuda con ellos soy yo, por el enriquecimiento que he tenido en este camino de ser su mamá. Cada día ha valido ser vivido. Los quiero con el alma para siempre y saben que ahí estaré incondicionalmente para ellos cuando me necesiten sin importar la edad que tengan.
Los padres, no enseñamos cómo es el mundo, enseñamos más bien cómo vemos el mundo. Cada uno tenemos nuestra propia percepción, nuestra propia forma y nuestro propio modo. Eso es lo que enseñamos y cada uno desde lo individual, lo vamos moldeando de la visión de la vida que a su vez nos transmitieron nuestros padres, abuelos y generaciones hacia atrás. Y esto es así desde donde yo lo veo, pero cada uno decide el color de los lentes para mirar las cosas y así mismo lo harán ellos con sus propios hijos.
Finalmente, el objetivo principal y si hicimos bien nuestro trabajo como padres, es que ellos puedan elegir su vida, perseguir sus propios objetivos, emprender su camino y tomar sus propias decisiones inteligentes sin necesitarnos más que como espectadores orgullosos, como un un apoyo y compañía incondicional.
¡La inversión de mi vida han sido mis hijos! Y sí, los hijos cuestan. Cuestan sacrificios, cuestan dinero, cuestan mucho esfuerzo, paciencia, cuestan tiempo, cuestan caídas pero también traen infinitas recompensas y alegrías.
Por eso, a mí, mis hijos no me deben nada… Me siento tan orgullosa de ellos y saben que cuentan conmigo sin importar la circunstancia, estaré ahí para acompañarlos en su recorrido, para sostenerlos si lo necesitan, para compartir sus alegrías, celebrar su triunfos y servirles de refugio, de escalón o de puente.
Para mí, ha sido una gran elección ser mamá. Y si mañana ya no estoy…quiero que sepan que ni soñando hubiera tenido lo que me han dado, han sido las ganas más hermosas que he tenido de vivir, mi gran proyecto y los amo con todo mi corazón para siempre tal y como son cada uno. Para mí, perfectos.
Dejar que los hijos sean lo mejor que ellos puedan ser, dejando a un lado tus expectativas, va a traer como resultado una convivencia amorosa, feliz y armónica que perdurará, trascenderá y crecerá con los años. Fomentar desde el amor una relación sana y respetuosa con los hijos es celebrar la maternidad por toda una vida y no por un día.
Claro que los detalles y las muestras de cariño se agradecen y a todas nos gusta sabernos queridas y especiales; pero ojalá fueran un dejo constante de cariño y empatía, más que una obligación porque lo marca una fecha.
©Mónica Cué
QUE MARAVILLOSO ARTICULO, MUCHISIMAS FELICIDADES