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Foto del escritorMónica Cué

MIS HIJOS TIENEN LA MISMA MADRE, PERO DISTINTA MAMÁ.


Por Mónica Cué

Si hablamos de cambios y etapas, aplica parejo para todo y es evidente que mi crecimiento y evolución embarra también a mis hijos, por eso digo que tienen la misma madre, pero distinta mamá. Cada uno de ellos ha nacido en diferente etapa de mi vida y de la relación de pareja, me encontraron en una edad distinta, con una madurez diferente y habiendo vivido y experimentado distintas cosas. Simplemente la circunstancia en que nació cada uno ha sido única y particular. Me transporto a ello:


Está claro que mis hijos han sido fruto del amor de los mismos padres, han sido amados, buscados y aceptados de la misma forma, han vivido en la misma casa, han sido criados bajo los mismos principios y valores, han tenido las mismas reglas y han recibido amor a corazón lleno sin dudarlo, pero aquí hay muchas variables porque aunque todo se haya intentado dar y mostrar de la misma manera; su percepción es distinta, su sensibilidad es otra, su forma de reaccionar es diferente, así como diferente su forma de procesar y distintas también las necesidades afectivas de cada uno, por lo tanto, aunque cada padre tratamos de llenar esas necesidades de forma individual, mostramos nuestra forma de amar, de ver el mundo, resolver y actuar, también cada uno tendrá una percepción de ello y lo experimentarán distinto. Habrá cosas que marcan para bien o mal a uno y el otro lo pasa desapercibido, ellos también tendrán entonces recuerdos distintos y contarán su parte de la historia desde cómo la vivió cada uno.


Entonces… Es verdad que nacieron de la misma madre, pero no tienen la misma mamá. Eso para muchas mamás azotadas suena fuerte y dirán que tira al sesgo o la injusticia porque ellas “son parejas” con todos, pero eso es no querer ver las cosas de manera realista, porque una cosa es ser parejas y justas en amor, atenciones, oportunidades o cuidados y la otra de la que se habla donde naturalmente la madurez, el momento y la percepción tienen tal influencia que impiden ser planos en forma. 


No nos equivoquemos porque no es una cuestión de rivalidad o de tener favoritos. Es que el amor hacia cada uno nunca está en competencia, claramente no se quiere más a uno que a otro, no se hacen preferencias ni hay favoritismos, simplemente se tienen necesidades distintas, puntos en común diferentes, formas de ser, reaccionar, conectar y percibir distintas; por lo tanto el acercamiento, la forma de dar y enseñar también es diferente.


Y uno cambia la mentalidad del primero al segundo o cuando los tienes a los veinticinco que a los treinta; entonces así mismo cada etapa de nuestra vida, inevitablemente marca su personalidad y los forja; cada momento nos suma experiencias, nos marca una línea, nos crea perspectiva y nos moldea la forma. Entonces... Las variables son infinitas y por ello es que no pueden tener a la misma mamá, por supuesto que la esencia como persona es la misma, la personalidad, los valores y el cariño iguales, pero no solamente marcamos la diferencia nosotros como padres que se entregan y enseñan, sino también los hijos que reciben y perciben.


Ser papás no es fácil y no importa la edad que tengan nuestros hijos, simpre estamos aprendiendo e intentándolo de la mejor forma que conocemos. Está bien, no es libro de texto; no somos ecuaciones, somos personas, son emociones, pensamientos, formas y mundos que evolucionan y que hay que entender a varias vías. Simplemente habrá que alinear, compartir y disfrutar de cada uno como va siendo. Disfrutémonos en lo individual, fomentemos las relaciones de amor y armonía en familia, seamos abiertos a la conversación y a las necesidades de cada uno, busquemos herramientas y modos que funcionen para todos, procuremos momentos y situaciones de encuentro, promovamos las risas, fortalezcamos los puntos de union y atesoremos el tiempo juntos con lo que cada uno puede aportar.


Al final, lo que todos los padres queremos es que nuestros hijos estén bien, sanos, tranquilos, seguros y por supuesto contentos con su vida; queremos que tengan las herramientas suficientes para valorarse, cuidarse, decidir y crear su propio proyecto individual, sabiendo que ¡Somos una familia! Y respondemos como ello. Nos queremos, nos tenemos, nos acompañamos y nos sostenemos a pesar de tener formas distintas o de cualquier circunstancia.


No nos enfrasquemos en intentar ser la mamá de película, en lo que ha sido siempre o en imposiciones que no funcionan; entendamos las necesidades de cada etapa y de cada personalidad; mantengámonos abiertos al cambio, a la evolución en ascendente y descendente, a intentar acomodarnos y aceptar la particular forma de cómo somos cada uno conforme vamos avanzando.


Sigamos aprendiendo y creciendo juntos que todos vamos en evolución. Entonces ¿Avanzas o te estancas? Porque independientemente de que ellos hayan tenido la misma madre, pero distinta mamá, la actitud de los padres que somos para cada uno, dejará rastro y huella en ellos para siempre.


Y tú... ¿Cómo quieres que quede marcada tu huella?


Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué


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