¿SE SUPONE QUE DISFRUTE COMIENDO ALFALFA?
- Mónica Cué
- 22 nov 2022
- 6 Min. de lectura
Por Monica Cué

Tan absurdo como esto suena y es que todo mundo opina cómo se debe vivir, son tantas las expectativas, los estándares de vida tan marcados que hoy de lo que quiero hablar es solamente de un punto. De la alimentación como impulso hacia el bienestar desde el punto de vista de una persona común sin ser nutricionista especialista en el tema, sin tener obsesión por las dietas, sin haber tenido cerca un trastorno alimenticio, sin haber luchado nunca contra el peso ni contra mi físico y con conciencia pero sin clavarme demasiado en la corriente de “vida sana y atlética” que hoy nos invade.
Lo que es cierto es que estamos bombardeados socialmente con comentarios como: -Que dejes los carbohidratos, que menos productos de orígen animal, que la fruta engorda, que no la comas por la tarde, que el azúcar es veneno puro, que tomes jugo verde todas las mañanas, que la toronja en ayunas, que el gluten viene fatal, que la dieta keto, que hagas detox, que el desayuno es la comida más importante del día, que comas 5 veces al día, que no, que mejor ayuno… En fin, hay modas y teorías pasajeras, pero lo cierto es que la presión social sí afecta nuestra relación con la comida y nuestro cuerpo; por lo menos entre las señoras, hasta te sientes observada, por no decir juzgada, cuando para desayunar no pides queso panela asado o se te ocurre comerte un pan dulce, algo desde su perspectiva pecaminoso ¿Dónde nos perdimos? Que cada quien decida lo que come y se deje de dar lecciones al ajeno.
Hay mil teorías, hay mil formas y corrientes, pero al final todo se reduce a observar desde lo individual y tratar de obtener la información necesaria para poder llevar una dieta personalizada que no precisamente sea la que marca la sociedad o la que está en tendencia, pero sí una que nos haga sentir bien y que podamos sostener en el tiempo; una que se adapte al estilo de vida de cada quien. Empecemos por informarnos y por supuesto observarnos.
Ahora bien… si que es verdad que una vez que tenemos acceso a esa información y empezamos a observar lo que nos cae mal, lo que nos inflama, lo que nos da energía o lo que nos la roba. Probablemente, hemos de otorgar la razón a quien la tiene, porque es posible que encontremos que el común denominador sí es el gluten… El gluten de pronto se nos presenta como una bomba que para los que no estábamos familiarizados con en el tema, nos vino como todo nuevo hace unos años; en un principio se enfocaba únicamente en la enfermedad celíaca y de pronto “todo mundo” era celíaco, pero pruebas, estudios y prácticas demostraron que no solamente hace daño a los celíacos, ni tienes necesariamente que serlo para que te caiga mal, que no es de unos cuantos, para obsesivos de la alimentación saludable, ni es una moda limitarlo o dejar de comerlo. Más bien, es cuestión de tener acceso a mayor información al respecto y hacer las adecuaciones que cada quien necesite.
El gluten cae mal a tantas personas que es que no hay forma de que todas ellas lo hagan por tendencia. La dieta sin gluten es dura y requiere esfuerzo y voluntad, pero sobre todo, requiere conciencia y disciplina. Y es que el gluten interviene en tantos aspectos de la salud que se entiende que afecte a tal número de personas; daña la tiroides, está relacionado con el origen de enfermedades autoinmunes, eleva el índice glicémico y por lo tanto daña a las personas diabéticas y promueve la resistencia a la insulina que se puede convertir en un problema mayor, el gluten eleva la inflamación crónica generalizada por lo que afecta también al cerebro y la capacidad de memoria, hace más difícil la tarea del sistema digestivo, favorece la oxidación y por lo tanto promueve el envejecimiento prematuro.
Y el gluten es un ejemplo, con esto no estoy diciendo que a rajatabla todos deberíamos dejar de comer gluten, no va por ahí… para algunos será el gluten, para otros los productos de orígen animal, el azúcar, lo irritante o mil opciones más que se adaptarán a cada uno particularmente. Pero, ¿quieren más razones para empezar a observarse y hacer elecciones más inteligentes en la alimentación personalizada? ¿Qué esperamos para tomar responsabilidad sobre lo que comemos o no? La realidad es que todos sabemos lo que nos cae mal, todos hemos detectado que si comemos ciertas cosas nos inflamamos, nos da acidez, nos sentimos más pesados, nos da alergia o ansiedad, nos baja la energía o nos ocasiona muchas otras cosas, pero la realidad es que como probablemente eso que nos viene tan mal, es algo que comemos con frecuencia porque claramente nos gusta… Cuesta mucho mentalizarse y eliminar de la dieta esos alimentos que sabemos nos merman, esos que nos encantan y nos generan tanto placer de momento aunque sepamos que nos cobran la factura después.
¿Así se supone que debo vivir? ¿Comiendo alfalfa pero feliz?
¡No se trata del no disfrutes, no vivas, come alfalfa pero se feliz! Para mí, comer es un verdadero placer; no es cuestión de tener un cuerpazo, es cuestión de disfrutar pero apelar a estar saludables. Además, la comida tiene también una gran influencia en el comportamiento humano desde el punto de vista social. Alrededor de la mesa se convive en familia, se tienen pláticas entrañables; alrededor de la mesa se reúne la familia sin distractores a convivir, surgen temas, es cuando se conecta el día de cada uno, es alrededor de la mesa que se disfruta no solo en familia sino también entre amigos, las convivencias se vuelven horas de risas, se planea un menú para agasajar a los invitados, para comer diario o para preparar un fin de semana familiar, se viaja y es por medio de la comida que nos empapamos de otras culturas, conocemos tradiciones, costumbres y sabores del mundo.
A la hora de comer se utilizan todos los sentidos y es por ello que resulta una gran experiencia multisensorial, además, la comida está presente en momentos de tristeza, pero de alegría, en discusiones y discordias pero también experiencias románticas y celebraciones especiales. La comida nos acompaña en sentimientos, disfraza emociones, celebra alegrías y es un bálsamo cuando se está en duelo.
La influencia de la comida en nuestro comportamiento, es interesante. Mientras se está comiendo la gente es mucho más perceptiva, más receptiva a lo que sucede y mientras se come, la actitud, la disposición para entender y negociar también se favorecen. La comida promueve la empatía y por lo tanto abre canales de comunicación e interacción importantes, la comida no debería ser un trámite más en la prisa del día a día sino un momento para frenar y disfrutar. Aprendamos a llevar una buena relación con ella.
Nuevamente se reduce a elegir y yo elijo sentirme bien, elijo ser observadora y detectar eso que me sienta mal para tratar de buscar mejores opciones, hacer elecciones más inteligentes, encontrar y experimentar con alternativas y recetas adecuadas pero siempre ricas porque eso sinceramente no estoy dispuesta a sacrificar, y creo firmemente que se puede lograr perfectamente siendo un poco creativos.
Entonces, el problema no es de las tendencias ni de la comida rápida, sino de la comodidad, del costo y de la facilidad de alcance, pero más bien la culpa es de la vida rápida, vivimos tan de prisa que no nos detenemos a pensar realmente en lo que comemos. Muchas veces lo hacemos porque sí, porque es hora, porque tengo prisa, porque es lo que hay, porque alguien dijo que era buena idea o porque con el hambre cualquier cosa entra. Pero… ¿te lo cuestionas?¿planeas lo que comes? ¿Le echas ganitas para comer rico y saludable? ¿haces elecciones inteligentes?
Si partimos de la base de que lo que comemos tiene más repercusiones en nosotros de lo que creemos tanto en el hoy como en el mañana y si lo entendemos así… Entonces, ¿qué estamos esperando? No es tan difícil y no tenemos que seguir la moda o lo que marca la sociedad para hacer conciencia y cambiar hábitos.
Nunca es tarde, reconcíliate con la comida y tu eliges porque finalmente tú eres tu mejor inversión, así que nunca es tarde para ponerte a ello y convertirte en prioridad. Finalmente... Si no te das el primer lugar en tu lista de prioridades ¿En la lista de quién piensas que lo tendrías?
©Mónica Cué
Comments