Por Mónica Cué
Ser perfeccionista es una cualidad, pero también un grandísimo defecto. Caer en ello, tiene dos aristas; por un lado, que bueno tirarle a hacer las cosas bien, que todo sirva, que todo se ordene, que exista disciplina, estructura, empeño, disposición y que además se vea lindo. Todo eso suena y se ve muy bonito, pero en el fondo trastoca, porque la perfección es también una obsesión y el cerebro no puede quedarse tranquilo. El perfeccionismo produce una insatisfacción infinita bajo la bandera de que las cosas siempre pueden estar mejor. Por culpa de esa incansable búsqueda de la perfección, se intenta estar en todo, resolverlo todo bien y mejor.
El grado de exigencia genera estrés. Se busca estar a cargo de casa, hijos, padres, trabajo, amigos, y muchas veces toma el papel de rescatador para solucionar, impulsar y hacer más; tanto más que muchas veces rebasa la propia capacidad y se sale de su lugar … La crítica permanente, el autosabotaje y la insatisfacción se hacen presentes y no hacen más que desgastarlos.
Es verdad que nadie logra grandes cosas desde el sofá, que hay que moverse y hacerlas, pero… ¿Dónde está el equilibrio?, ¿en qué lugar se ve la línea que divide el hacer, hacerlo bien y querer la perfección?, ¿dónde queda la línea entre lo hago porque me corresponde hacerlo y lo voy a hacer lo mejor que puedo o lo hago yo porque te considero incapaz de hacerlo bien?
Ahí… también hay extremos porque esa perfección aunque suene paradójico, muchas veces también lleva a la procrastinación porque como no se sabe cómo hacerlo perfecto y sin fallas, pues tal vez no se hace y ahí, justo ahí es que entra el miedo y por eso se cae en los extremos: Se hace a tope “perfecto” o mejor no se hace.
El estrés aumenta, la ansiedad en las personas perfeccionistas aflora y la cosa se empieza a complicar porque la perfección nunca llega a ser perfecta, se quiere más y mejor, porque bien nunca será suficiente. Lo que deberíamos ver, es que una cosa es hacerlo bien, detallado lo mejor que puedes y otra es volverte minucioso y obsesivo.
La vida de hoy exige mucho sumado a lo que nos auto exigimos y entonces hay que conciliar muchas cosas, pero el problema, es que para el perfeccionista todo tiene que ser sin punto de fallo; entonces… Rebasa, desborda y afecta en muchos aspectos en los cuales interviene la relación y la exigencia con nosotros mismos, pero también con nuestro cuerpo, con la pareja y las personas que nos rodean de cerca. Entiendo que eso no puede ser y tiene que ser agotador convivir con ello, pero es que también resulta agotador serlo.
No se puede vivir eternamente en modo alerta. Tirar a la perfección enferma, y se involucran las emociones, pero sin retorno porque se pasa el tiempo pensando en que si no está bien hecho, es un desastre. El cuerpo del perfeccionista somatiza, deberíamos entender que tenemos derecho a equivocarnos y aceptarlo como aprendizaje en lugar de tomar literal el -Si no está perfecto es mediocre. No es así, entiendo que hay matices, pero se ven borrosos y es difícil detectar en dónde ponerse.
Enserio que pinta lindo hacer las cosas bien, con minuciosidad y detalle, pero a veces duele y se paga caro… Se recibe increíble el halago y los aplausos, se agradecen los cumplidos que alimentan; pero digo se paga caro porque tarde o temprano la factura llega. No es soberbia, es incapacidad para delegar, es angustia de que vaya mal, es pensar que si se sale de nuestro control nos descoloca.
Ahora, entiendo que para poder cambiar algo, lo primero que tenemos que hacer es detectarlo y aceptarlo. Hay que empezar a relajarse y empezar con ciertas cosas, pero ¿Cómo se cambia? Complicado será pensar y actuar distinto en fondo y forma sin entender la raíz ¿De donde viene esta forma de ser y actuar?, ¿se hereda, se aprende, se crea, tiene fondo y reflejo por experiencias vividas?, ¿es una herida de infancia? Probablemente sea así, pero no soy especialista, así que la respuesta no la tengo, pero es verdad que la lucha constante despierta la voz interior para hacer y resolver muchas cosas ¡TODAS BIEN!
Y me regreso al tratar de entender el origen del perfeccionismo. Estoy convencida que tiene un fondo mayor; el perfeccionista se hizo con los años, el afán por ello probablemente empieza en la infancia y ahí entro a un terreno difícil porque es tan difícil ser padre que con el corazón en la mano aseguro que no hay forma de salir bien librado de ello. La autoestima de un niño es tan delicada que si le dejan saber que todo hace mal, es obvio que genera una marca que traerá consecuencias catastróficas para conducirse en su vida, pero el otro extremo por positivo que parezca de una u otra forma también deja una huella. A un perfeccionista probablemente pasaron su vida haciéndole saber que todo lo hacía bien, que se veía espectacular e impecable, le aplaudieron sus logros, pero alentaron sus caídas, fue el ejemplo opuesto del caos, le hacían hincapié en que era obediente, bien portado, atento, disciplinado, responsable, ordenado y en pocas palabras fantástico en todos los sentidos. No existe más que buena intención en ello, suena que todo es perfecto, suena tan irreal y mágico que claro que la autoestima la tendrá en las nubes y estará seguro de que lo que hace estará bien y que es capaz de cualquier cosa, pero cualquier cosa mientras sea perfecto y ahí está el pero del asunto… parece increíble, pero en el cuento rosa, el querer ser, comportarse y verse siempre perfecto desde pequeño también cobra su factura tarde o temprano.
Querer hacerlo todo bien, muchas veces rebasa y requerirá trabajo personal adulto para de pronto frenar e intentar encontrar el punto medio. Aspirar a lo bueno, no dejar de hacerlo y por supuesto hacerlo lo mejor que podemos, pero no querer que siempre vaya a más y a mejor, pensar que nunca bien es suficiente, ni pretender tener superpoderes para atenderlo todo, para arreglar o controlar lo que claramente no podemos, pero eso sí, con los resultados siempre impecables. Eso agota, drena, de una u otra forma enferma y literalmente duele.
Entonces, volvemos al punto de partida ¿Ser perfeccionista es cualidad o defecto?
Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué
تعليقات