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Foto del escritorMónica Cué

SOMOS COMO PENSAMOS QUE SOMOS.

Por Mónica Cué

Es verdad que somos lo que comemos, pero… me parece mucho más acertado decir que más bien somos lo que pensamos, ¡somos como pensamos que somos! Me siento fea, esa inseguridad transmito, vivo y asumo; lo mismo sucede cuando pensamos no me quieren, no tengo cuerpo de verano, soy vieja para esto, no sirvo para aquello, soy malísima para hacer eso, porqué yo tengo, hago o soy así… ¿Así cómo? El caso es que, lo que piensas sobre tí es lo que asumes y lo que transmites.


Si te enfocas y dedicas tus pensamientos al “problema”, a lo que te falta, a lo que no te gusta, a lo que no te sientes capaz de hacer, al angustiarse por situaciones que no han pasado y que seguramente nunca pasarán, lo más probable es que lo único que ocasiones es arruinar tu autoestima, tu salud física y mental, o potenciar la ansiedad y esto hará que todo lo veas más grande o más grave de lo que en realidad es. Esto, sí depende de tí, puedes autorregularte cuando detectas que estás teniendo este tipo de pensamientos y frenar para redirigir esos pensamientos en lugar de crecerlos.


La pesadilla es que este tipo de pensamientos generalmente vienen por la noche y entonces abruman, angustian porque además a esa hora no podemos resolver nada pero la mente no encuentra descanso. Cuánto nos gustaría que el cerebro tuviera a cierta hora un botón de pausa para frenar los pensamientos de este tipo, pero no es así, eso lo tenemos que trabajar desde lo personal y buscar herramientas que nos ayuden a tener más serenidad aunado a una mejor calidad del sueño. Cuando estos pensamientos nos abordan, la calidad del sueño se ve directamente afectada, los elementos necesarios para el óptimo descanso no se alinean y entramos en bucle con los pensamientos, el insomnio, la angustia que puede hasta provocar taquicardia, ansiedad y nos activa los neurotransmisores. El cerebro, entiende que es de noche, pero si en lugar de seguir una rutina para relajarnos previo al descanso, nos ponemos a darle vueltas a los pensamientos; lo que sucede es que en lugar de producir naturalmente melatonina, produce cortisol (hormona del estrés) y se arma un círculo perfecto porque al encontrarnos activos y ansiosos, no podemos dormir, al no poder dormir entonces acudimos a prender aparatos y distraernos con videos e imágenes que claramente distraen y redirigen los pensamientos catastróficos, pero a la vez en lugar de tratar de apagar la mente y dormir, simplemente estamos cambiando de estímulo.


Nuestros pensamientos forman parte de nuestra forma de ser, de nuestra actitud, perspectiva y de la manera en que abordamos nuestra vida; tienen repercusiones físicas y emocionales claras. Hacer conciencia de ello, nos ayuda a detectar que hay cosas que podemos hacer para cambiar el concepto radical de “soy ansioso, tengo insomnio” “siempre he sido así” “nada puedo hacer”. Claro que se puede cambiar y hacer muchas cosas para salir del “así es” ¡Puede ser diferente! Y nunca es tarde para cambiar hábitos, sólo hay que querer hacerlo y actuar en ello.


La rutina nos sumerge, la prisa nos embarga y el hacer en automático es muy cómodo, pero para obtener resultados diferentes, hay que hacer las cosas de diferente manera, hay que hacer un plan y buscar técnicas que ayuden. Si le das a la mente el espacio, un tiempo durante el día para frenar, priorizar y pensar; para escribir pendientes, emociones y prioridades, no es perder el tiempo, es optimizarlo a tu favor… La mente se relaja, planifica y se depura durante el día con orden y dirección para que en la noche pueda estar liberada de todo eso y entonces sea más sencillo llegar a conciliar el sueño y despertar habiendo tenido un sueño reparador.


Va a sonar absurdo, pero… busca un momento del día para preocuparte, preocúpate ese rato y solo ese rato ¡hazlo bien! habla si lo tienes que hablar, escríbelo o ponlo claro sobre la mesa pero no te lo lleves y lo arrastres todo el día porque eso solo produce ansiedad y entras en bucle; escribe todo eso que te preocupa, haz listas de los mil pendientes que tienes, pero también piensa si tienen solución. Si no la tienen, descarta esa preocupación, no le destines más tiempo y abre lugar para pensar objetivamente en la solución de lo que si la tiene. No te adelantes a los hechos, ni te transportes a donde no es. Haz un plan y ponte a ello sin seguir dándole vueltas e imaginando todos los escenarios que seguramente no van a suceder.


Cuida la calidad de tus pensamientos. Esto es crucial para avanzar, para crecer y sobre todo para estar en paz. Es evidente que los pensamientos nos marcan los expresemos verbalmente o no. El autoconcepto enfocado a lo que no nos gusta, lo que nos falta o lo que hacemos mal es sabotearnos, no nos va a llevar a buen puerto, pero además se va a reflejar en nuestra actitud ante la vida.


Entonces elige amarte, elige quererte como eres, encuentra tus áreas de aprovechamiento y haz un plan para conseguir tu mejor versión. Piensa que si te vieras con los ojos que tendrás tu unos años, verías que lo que tienes hoy es perfecto, que el cuerpo que tienes hoy es increíble, que las oportunidades y la vida que tienes hoy son maravillosas. Y con esto no quiero decir que en unos años tu vida no vaya a serlo, simplemente lo será de manera distinta y todas las etapas de la vida son fantásticas en diferentes formas. Así que elige amarte y regálate ese autoconcepto en lo positivo, valora lo que tienes y cómo lo tienes hoy. No pierdas el tiempo en sentirte inadecuado o en pensar lo que debiste o no hacer, el camino está andado y mejor levanta la cabeza y mira para enfrente.


Los pensamientos dichos o no; marcan, impulsan o lastiman. Lo que los demás piensan, no tiene ningún valor a menos que yo lo interprete como verdad y entonces convierte en realidad por que reduce o incrementa mi escala valor ya que estoy permitiendo que cobre importancia, pero que triste cuando no son los demás quienes tienen una percepción negativa de ti, sino que eres tú mismo quien lo piensa, lo cree y lo transmite. Eres tan valioso como tú mismo te miras, no importa si los demás lo notan o no ¡Ese es el problema de los demás!, tú vales independientemente de lo que los demás perciben; tu valor no depende de los otros. Compararte te destruye, valorarte te eleva. Entonces… Empieza por tí mismo.


Las etiquetas son los parámetros de alguien más, los pensamientos que tenemos activan sentimientos y producen reacciones, nos limitan las creencias, la conducta, las capacidades que pensamos no tener, el físico que idealizamos sin darnos cuenta que lo que tenemos es perfecto, nos arrastran las comparaciones, las oportunidades que dejamos pasar, nos detienen los miedos que permitimos nos paralicen e impidan avanzar, simplemente perdemos gracias a nuestros pensamientos limitantes la oportunidad de explorar nuestra vida, sentimos que no tenemos el derecho de merecimiento y somos nosotros con nuestros propios pensamientos nuestro más grande impedimento.


Lo que pesa no es el camino andado o el que piensas debiste andar, no es lo que tienes, cómo lo tienes sino lo que piensas de ello, lo que pesa, no son los años que tienes es el valor que le das a la vida misma, así que adopta hábitos, redirige tus pensamientos, Tu no vales por el cuerpo, ni el aspecto que tienes vales por la persona en la que te has convertido, vales por el camino recorrido, vales porque eres suma de las experiencias vividas, eres fruto de tus pensamientos, de tus acciones, de tu actitud, de tus decisiones y de lo que has hecho con el tiempo, pero también lo que el tiempo ha hecho por ti. Acomódalo a tu favor.


Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué



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