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Foto del escritorMónica Cué

UN AMOR DEL ALMA.

Por Mónica Cué

Hay sólo una diferencia entre quiero ir y quiero que vayas conmigo. La segunda se trata de ir juntos, agarrarse de las manos, sostenerse y acompañarse desde la individualidad. No es una cuestión de capacidad o dependencia, es una cuestión de acompañamiento. 


El amor surge de una emoción inicial y eso está más que claro, pero el amor no ES una emoción, es una decisión. El amor no es una ilusión, una capacidad ni un sentimiento estable, ningún sentimiento en realidad es estable. Pienso que se desvirtúa la definición de amor que tenemos y nos seguimos preguntando si es amor, cuando lo que el tiempo conserva es interés por conservar ese amor. Si el amor fuera un sentimiento sería pasajero y el amor no tiene fecha de caducidad. El amor es una elección, es una opción, una decisión, es interés y es compromiso.


La capacidad de amar no se extingue ni se exige, la capacidad de amar se construye y se elige.   


Entonces, tener una amor del alma va mucho más allá de las palabras y lo superficial, del impulso, lo esperado o la definición de libro sobre el amor romántico; enamorarse del alma es conectar desde lo más profundo y elegir quedarse ahí. Quedarse ahí, trasciende el cuerpo y la distancia y te enteras que tienes un amor del alma cuando te das cuenta que esa persona es tu lugar seguro cuando hay tormenta.


Cuando te enamoras del alma, no esperas que te llegue la felicidad, esperas compartir la felicidad. Y ahí está la diferencia; en que esperas compartir en todos los sentidos lo que le provoca felicidad a cada uno, cuando te percatas de que no se trata de ser rescatado, empieza el disfrute y se suelta la carga mutua.


No existe el amor perfecto, pero cuando encuentras “tu perfecto” y te enamoras del alma… El físico pasa a segundo plano (aunque siempre es importante); los años pasan y aunque la atracción evolucione, permanecerá intacta porque tiene otro fondo; el enfoque y la perspectiva cambian, pero la compañía, las actividades cualquiera que estas sean, se disfrutan; las miradas se interpretan y las palabras surgen. 


Con el paso del tiempo, eso es lo que se queda, el cuerpo cambia, la piel se arruga, la gravedad cobra factura, se pierde la vista, se pinta el pelo de blanco, se va transformando el físico, los achaques llegan, el dinero va y viene, los hijos hacen su vida, la rutina se modifica; pero si lo hicimos bien, si construimos ese amor genuino y queremos querernos mutuamente, el amor se va moldeando en una realidad, en esencia y desde lo más profundo. Se quedan los detalles, la personalidad y la persona que construiste desde dentro, se queda la convivencia que juntos fomentaron y el amor que alimentaron, se queda la persona en la que te convertiste por perseguir tus objetivos y se queda la elección diaria de quedarse.


Ahora… No es tan frío como suena, claro que se tiene que involucrar el corazón, claro que el amor se quiere sentir y ser correspondido, pero cuando trasciende, cuando llega más profundo es que uno se enamora del alma. Cuando el vínculo es real y la conexión especial, cuando el amor trasciende el tiempo, la atracción va mucho más allá del cuerpo y entonces interviene el vínculo con el ser y la esencia. La convivencia, los pequeños gestos y la mancuerna también trasciende la superficialidad. 


Cuando te enamoras del alma, entiendes que nadie somete ni domina a nadie a nadie, que en una relación no puedes hacer lo que te da la gana egoístamente, una relación de pareja es exactamente eso “pareja” y la pareja la forman dos personas; si decides estar en pareja es porque estás de acuerdo en hacer equipo y un equipo se apoya y se impulsa. En una relación se tiene libertad de decidir ser y hacer en lo individual, pero dentro de esa libertad hay que tomar en cuenta a la otra persona, lo que pensará o lo que sentirá con eso que decido y entonces tratar buscar acuerdos. Ojo, acuerdos no permisos que es muy distinto. Nadie corta alas, no es una lucha de poder, ni puedes controlar o pretender que el otro cambie, que sea o piense como tú quieras. Acuerdos son acuerdos y la palabra compartir involucra a alguien más que a tí mismo.  

Entonces, para enamorarte del alma, hay que hacer pareja con todo lo que esto implica incluyendo ciertas renuncias, hay que querer quererse, hay que profundizar, hay que tener pláticas incómodas, hay que desnudarse del corazón y desde ahí cobijarse. 


Si encuentras a esa persona sin buscarla, si se eligen mutuamente a pesar de los días malos ¡Es un buen amor! cuídalo, procúralo y lo que sea que tenga que durar, guárdalo en tu corazón para siempre.


Deseo que en su vida, conozcan un amor así y se enamoren del alma.



Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué


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