Cuando los hijos se alejan para perseguir sus sueños y emprender su propia vida genera un enorme orgullo, pero a su vez da miedo y deja un enorme vacío. No queda más que pensar en el tiempo que hemos compartido con tanta alegría, afloran los recuerdos y llega entonces cierta nostalgia.
Pienso en el recorrido y lo que ha representado este camino, pero esos días pasados pintan una sonrisa pensando en el orgullo que produce verte feliz y emprendiendo tu camino. Te estoy extrañando y si, así en gerundio. Te percibo nerviosa con toda la razón, hacerse cargo de uno mismo y enfrentarse a ello da miedo, empiezas a ser independiente aunque todavía no del todo y por eso, esto es una probadita de la vida adulta que llega, llega con fuerza y sin avisar. Eres fuerte y objetiva, pero en extremo sensible y esas son herramientas de vida que hay que atesorar porque impulsan hacia nuevos retos, ayudan a enfrentar y a resolver; pero a su vez sin perder el piso y percibiendo con todos los sentidos la experiencia espectacular que se te presenta. Eres privilegiada al tener la oportunidad de vivirlo así, entiendo el miedo paraliza, pero tómalo como un gran empujón y una vez que lo cruces, te darás cuenta que te invade la calma y la satisfacción por lo conseguido.
Cada etapa del crecimiento de los hijos se disfruta de diferente manera y no se trata de detener ni querer retroceder el tiempo, simplemente es una sensación de que pasó rápido cada una y todas han sido espectaculares con lo que implican; a veces, me hubiera gustado vivir más despacito y disfrutar aún más tiempo cada una de estas etapas. El dicho de que los hijos crecen muy rápido es cierto y no porque se acelere el tiempo sino simplemente porque para nosotros los padres, seguirán siendo nuestros niños sin importar la edad que tengan. Para nosotros fue hace dos días que los conocimos por primera vez con tanta ilusión. De verdad se siente que todo eso pasó hace dos días.
Con los hijos sucede que asumimos la responsabilidad de sus acciones mientras de nosotros dependen, tenemos la responsabilidad de criar niños emocionalmente sanos, seguros y felices que formen adultos congruentes, autosuficientes, funcionales y fieles a sus valores con capacidad de acción y pensamiento responsable sin esperar nada a cambio más que su propio éxito y bienestar.
Es una alegría verlos y saberlos decididos, responsables y listos para empezar a volar, pero también, se siente un poco como la renuncia a esa exclusividad que has tenido como padre durante toda su vida y a partir de cierta edad esa exclusividad se acaba… se van porque tienen la edad e independencia, tienen compromisos, amores, amigos, planes, sueños, ¡vida! y está todo bien.
Los envuelven los proyectos y anhelos pero quedamos con recuerdos y también deseos de que suceda con el convencimiento de que va a suceder, tenemos miedo a soltar pero seguridad de que lo harán fantástico. Esa manera de pensar, de actuar, de ver las cosas, de plantear su pensamiento y de llevarlo a cabo me abre el panorama hacia una perspectiva fresca y me da la certeza de que les espera un futuro extraordinario. He disfrutado cada etapa, me siento en paz por lo conseguido porque se que he hecho todo lo que en mis manos ha estado, he puesto mi mayor empeño y la mejor intención por hacer las cosas lo mejor posible. He hecho mi mejor trabajo y no para que lo note nadie, lo he hecho convencida de la responsabilidad que se asume con el rol de ser madre para formar personas de bien pero sabiendo claramente que si hice bien el trabajo, algún día van a dejar de necesitarme como cuando eran pequeños. No voy a negar que aunque tengo conciencia de que ese momento llegaría… Me siento vulnerable, me siento que se me sale de control, me emociona y me aterra, me tranquiliza pero me abruma; sin embargo, los sentimientos que se quedan y perpetúan como común denominador son la alegría y el orgullo por verlos desarrollarse como los seres humanos espectaculares que son cada uno.
He vivido y disfrutado otra vida fuera de mi cuerpo con la de ustedes y espero poder seguir acompañándolos para celebrar su recorrido orgullosa desde mi puerto.
Esta es una probadita de lo que será de vuelta la vida en matrimonio solos los dos como al principio y aquí llega la pregunta, ¿realmente estás con quien quieres que sea tu compañía en esta etapa? ¿Realmente es una buena compañía o es costumbre? ¿Disfrutas pasar tiempo a solas con esa persona? ¿Siguen con un proyecto conjunto de vida? Mi respuesta personal a todo lo anterior es un sí definitivo. Fortalecer el matrimonio en esta etapa en la que se empieza de nuevo a estar solos, compartir intereses comunes, conversar a dos lados, tener proyectos juntos y ganas de estar, ganas de quererse y encontrarse solos de nuevo, puede llegar a ser un reto tras largos años en los que la vida familiar giraba alrededor de los hijos.
El proyecto de los hijos sigue y seguirá siempre aunque avanza para tender a ser desde otra perspectiva.
Me siento con la vida llena, estoy en una edad en la que me siento plena, preparada para lo que venga, madura, con trabajo, con “hobbies” y muchas cosas que me gusta hacer, con un proyecto familiar unido, hijos espectaculares, un matrimonio fortalecido y lleno de amor, pero también con muchos proyectos e ilusiones delante. Todavía me queda un hijo en casa y eso me tiene muy feliz. Soy mamá de dos por sobre todas las cosas, ese rol me encanta, y ese es el que perdurará por siempre, por eso, tu partida me deja un poco descolocada, me deja con sentimientos encontrados porque siento que apenas fue ayer cuando salía del hospital convertida en mamá por primera vez, llena de miedo ante lo que eso representaba, ante la responsabilidad que asumía y ante el mundo y la vida que nos esperaba como una nueva familia; el miedo ahora me invade por saberte ahí fuera enfrentandote a ese mundo. Y no, no es porque sienta que no eres capaz de ello, claro que estoy convencida de que lo eres y de que tienes todo el potencial para conseguir lo que te propongas con la madurez y tenacidad que te caracteriza, pero no puedo evitar que me haga falta una partecita de mi corazón que late de lejos.
Ahora, ver que sin titubear decides irte a un país lejano, a vivir en un idioma que no te es ni un poquito familiar, a empaparte de una cultura completamente alejada de la zona de confort, a una ciudad diferente de la que comúnmente se van los demás, a donde no conoces a nadie y a donde vas a enriquecerte de una experiencia como la que decidiste emprender, ¡me parece espectacular y me llena de orgullo!
Si, yo te estoy extrañando, pero me quedo con la alegría de saberte contenta y segura viviendo tu vida.
Aunque esto es una probadita de ese sentimiento de vacío que queda cuando un hijo se va, por fortuna, todavía no me queda completamente vacío y también sé que volverás por un tiempo más, antes de que tu vuelo sea más largo.
Verlos crecer, convertirse en personas de bien y en los seres humanos que se han convertido me llena de satisfacción y orgullo, pero también confronta saber que perdí la exclusividad y empiezo a perder el control, veo cerca el tenerme que enfrentar a una sana separación de quienes han sido mi motor y mi motivo. Volteo hacia atrás y veo trazado el camino recorrido llena de emoción y agradezco por lo vivido, pero también, miro hacia adelante su propia verdad y lo que cada uno va construyendo y se me llena el corazón.
Es una realidad, es una inmensa alegría que enorgullece enormemente y sí, también duele, no lo voy a negar, pero es no es un dolor destructivo, al contrario, es un dolor de los que te fortalecen por lo conseguido al ver que empiezan a formar su propio camino lleno de sueños y proyectos, descubrir quiénes son y de qué están hechos cada uno, ver cómo se van construyendo, cómo empiezan a escribir su propia historia, tomar sus decisiones y perseguir sus sueños, no me deja más que una inmensa alegría, orgullo y la satisfacción del deber cumplido hasta este momento. Soy inmensamente afortunada de tenerlos en mi vida y estoy en extremo orgullosa de ser su mamá.
Buen camino mi niña, aprovecha la gran oportunidad que se te presenta, disfruta esta experiencia al máximo, vive, vive feliz en ese espectacular lugar que yo aquí te estoy extrañando y espero ansiosa para compartir contigo a distancia tus historias, aventuras y logros.
¡Aquí estoy yo por siempre!
©Mónica Cué
Es una etapa dura que te duele y te hace sentir muy sola pero a la vez te llena de satisfacción y orgullo ver qué tú trabajo fue bueno y que tus hijos abrieron sus alas y volaron a formar su vida junto a sus compañeros y que son felices y exitosos .
es otra etapa en la vida, sin duda de encontrarse con uno mismo de reflexion e introspeccion. por haber hecho bien el trabajo de educarlos. Bien se dice que los hijos son la creacion mas hermosa y son prestados. asiq ue a aprovecharlos a cada instante