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Foto del escritorMónica Cué

UNO REPARTE DE LO QUE LE SOBRA.

©Mónica Cué

¡Uno reparte de lo que le sobra! Te sobra amor para dar, serás amoroso y recibirás lo mismo; tienes conflicto, críticas y quejas, tendrás mil motivos más para quejarte y mucho más que criticar; te sobra agradecimiento, detectarás que tienes muchas más cosas que agradecer. Así que, si quieres tener felicidad, tranquilidad y buenos tratos, asumo que también eso es lo que tienes para ofrecer.


Analiza lo que repartes y observa entonces lo que recibes de vuelta… Habla por sí solo.


Nosotros nos reflejamos en el otro todo el tiempo, en lo que digo, en la actitud que tomo y en la perspectiva sobre las cosas; si yo cambio eso, mi entorno automáticamente cambia, pero gracias a que lo veo de otro modo, lo que cambia no son las personas de mi alrededor, es mi perspectiva y mi actitud.


Pero… ¿Qué dices cambiar?, cambiar da miedo y genera incertidumbre; pero el miedo a equivocarse, se quita equivocándose y no esperando que los demás lo hagan por mí.


La vida te va tomando y hay que tratar de moldearnos para salir de la negatividad, del lamento, la crítica y la queja, porque eso no es lo que queremos repartir y recibir; además, se refleja en nuestra imágen, en nuestro semblante y hasta en nuestra postura corporal.


Las cosas por las que peleas son las cosas con las que te vas a quedar. Te invito a programar tu cerebro para ello. La forma en la que piensas marca la línea hacia las cosas que haces y por lo tanto hacia las que consigues.


Si pasas quejando y diciéndote: tengo que hacer esto o aquello (como si fuera un lastre, una obligación terrible), si vas por la vida recordándote las capacidades que no tienes, viendo tus defectos, resaltando tus limitaciones y diciendo convencido en lo que no eres bueno, automáticamente el cerebro lo registra como una habilidad no conseguida y no lucha más por ello. En cambio, deberíamos sustituirlo por lo mismo pero con palabras más positivas, la programación neurolingüística sí nos define, sí nos limita o bien, nos impulsa… podemos entonces, mejor decir: No soy muy bueno haciendo esto o aquello “aún” (y aquí la palabra clave es AÚN); de esta manera en nuestro cerebro registramos lo que esperamos de él y dejamos abierta la posibilidad de movernos para mejorar eso en lo que no somos tan buenos de momento, para lo que todavía no sabemos, para lo que aún no desarrollamos. Vamos hacia allá.


Otro factor muy importante en la línea de recibir lo que ofrecemos es elegir inteligentemente a la gente que nos acompaña en la vida, apostemos por personas que suman, pero seamos para los otros eso mismo; gente positiva, personas de valor, gente que te importa y con quien te sientes cómodo. La influencia de las personas con las que nos relacionamos generan un impacto trascendente en nuestra vida; rodearte de las personas equivocadas te pone en riesgo, te encuentras vulnerable a ser influenciado inconscientemente de manera no grata y entonces empiezas a cambiar de actitud, pero también física, mental y emocionalmente ¡ojo!


Rodéate de personas que te sumen, que compartan tus principios aunque no necesariamente tu opinión, eso también enriquece; pero que sean personas que te aporten valor y te hagan crecer hacia convertirte en una mejor persona. Busca con quienes puedas ser auténtico y saquen lo mejor de tí, quien se alegre genuinamente por y contigo, alguien con quien quieras quedarte y con quien se pueda estar tranquilo y cómodo sin máscaras. Vuélvete tú también esa persona para ellos.


¡Yo soy tú y tú eres yo! Porque lo que soy, se ha ido construyendo con las vivencias y experiencias que me han aportado otras personas… empezamos con las herramientas que me dieron mis padres, con mi entorno familiar, los aprendizajes que me ha dado el descubrir con otros, la educación que he recibido, las vivencias con amistades, la pareja, el trabajo, el desarrollo personal y mi contacto con el entorno. Entonces… yo soy y puedo ser gracias a los demás y a partir de ahí existo tal y como hoy me encuentro.


Por lo mismo y porque tú eres parte de esas personas también, busca tener un ambiente sano. Además de las palabras que nos decimos, hay que fomentar las conexiones neuronales y sociales que son de suma importancia para nuestro ser diario. Todo repercute en nuestro bienestar.


Si pasas la vida quejándote, criticando al de enfrente, buscando lo que está mal, fijándote únicamente en lo que te falta, en lo que no tienes, en lo que hubiera sido o debería ser; te estanca no solamente en el actuar, te limita, afecta la programación del cerebro, este a su vez se atrofia y te envejece prematuramente, literalmente te quita años de vida.


Lo que queremos es envejecer bonito, promover la plasticidad de nuestro cerebro y mantenerlo funcionando bien y cada día mejor independientemente del desgaste natural al que está sometido por el paso del tiempo. El objetivo es estar vigentes y presentes en todos los sentidos. El creer que podemos hacer muchas tareas al mismo tiempo, lejos de volvernos eficientes, nos distrae y nos desenfoca de dicho objetivo, nos vuelve olvidadizos y perdemos información valiosa de la que después desearíamos echar mano. Veamos por la salud de nuestro cerebro, veamos por nuestro bienestar, veamos por nuestro presente, por nuestro futuro y disfrutemos conscientemente de lo que tenemos sin detenernos, busquemos el crecimiento y el enriquecimiento personal, caminemos hacia la evolución siempre y seamos esas personas de valor para nosotros y también para los demás en nuestro entorno.


Y tú… ¿qué haces por tí? ¿qué ofreces?, ¿qué regalas?, ¿qué es entonces eso que tanto te sobra y repartes?


©Mónica Cué

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