©Mónica Cué
Es una lucha diaria constante vivir con una condición que tiene efecto emocional, biológico, químico, físico y mental. Ser una persona obsesiva compulsiva en un grado leve o severo o convivir con ella, puede convertirse en un reto diario, pero si se busca la empatía como con quien tiene cualquier otra cosa, se llegará a entender y aunque no se comparte, se aprende a transitar con ello.
Por desgracia, siendo un trastorno tan común y que puede llegar a ser incapacitante, es poco comprendido por la sociedad y el entorno. Se minimiza, se toma a broma, se utiliza el término TOC como algo trivial cuando se tienen ciertas conductas, al igual que cuando no eres muy sociable se dice tan a la ligera -es que es un poco autista ¡No señores! La salud mental, cualquiera que sea el trastorno, cualquiera que sea la severidad, cualquiera que sea la afección o la discapacidad, no es un juego, ni es algo trivial.
Las causas del trastorno obsesivo compulsivo hasta ahora son desconocidas, se sabe que hay factores que pueden influir pero no hay evidencia determinante.
Una persona con TOC nunca es peligrosa, el meollo está en lo que no se ve, porque la obsesión, los sentimientos y pensamientos se llevan por dentro y no se ven; lo que se vé, es la compulsión que se traduce a la acción por tratar de equilibrar todo ello y encontrar la forma de compensarlo. Va mucho más allá de tener manías, el TOC descoloca y requiere tiempo de atención para encontrar tranquilidad y gestionar esos pensamientos abrumadores que llegan.
Los síntomas de una persona con TOC son muchos, varían y se manifiestan de diferente manera en cada uno. Pero el común denominador son los pensamientos intrusivos y los rituales que cada uno desarrolla y que se utilizan como bastón para sentir seguridad; estos pensamientos pueden generar mucha ansiedad. Se tiene una sensación de angustia que la desencadena ya sea la falta de control ante las situaciones diferentes, se sobre exige hacia el perfeccionismo, se desarrolla obsesión por contar o agrupar todo, por la simetría y el orden, por el sentido o la posición exacta en que se encuentran las cosas, los números pares o nones, por el registro de unas cosas con otras, la estética o la limpieza entre otros varios. Esto puede convertirse en un problema en el desempeño de la vida cotidiana de cualquier persona, de cualquier familia, y con esto me refiero a cualquier persona que lo padezca, pero también de cualquier persona que convive con quien lo tiene.
El TOC existe y debe abrirse, hablarse y entenderse desde las experiencias individuales y como parte real de una sociedad. Y es que el entorno social lo pone más difícil, ser o actuar diferente llama la atención y muchas veces trae al rechazo o miradas de extrañeza como resultado social hasta que se normaliza. Por ejemplo, Las personas con TOC ante la contaminación, la limpieza o lo que tiene contacto con lo ajeno, han hecho rituales muy similares a los que nos dejó la pandemia, los cuales se han “normalizado” porque ahora todos los hacen, hasta hoy es que, quien lo ha hecho siempre ya no se ve raro, ahora se volvieron acciones “normales” y cotidianas, ahora no están mal vistas, ni son de una persona trastornada porque todos lo adoptaron. Una persona con TOC ha desinfectado siempre el carrito de la compra, ha circulado con toallitas sanitizantes en su bolsa por años, siempre le ha generado angustia tocar los menús en los restaurantes, coger el control remoto en los hoteles y es hasta ahora que no se siente un bicho extraño observado; y es que… ¿por qué ver raro o juzgar a quien opera diferente al común denominador? ¿Por qué hasta que viene una sacudida como la que nos trajo el 2020 es que todo esto no está TAN mal visto? ¿Es que nadie lo había pensado? O ¿hubo un cambio en la conciencia a la fuerza? Eso debería suceder con la forma de actuar de todo mundo. Simplemente desde el entendimiento y respeto.
El patrón de pensamientos, sentimientos y acciones de alguien con este trastorno, son reales. Una forma de operar funcionalmente teniendo TOC es por medio de conductas compensatorias que construyen patrones dentro de los que se siente cierta tranquilidad, estas estrategias generalmente utilizando rituales, horarios, escritos, listas, agendas o llevar un orden minucioso en el operar diario. Estos rituales pueden ser un arma de dos filos, porque al igual que sirven de salvavidas para liberar presión y tener cierto control o tranquilidad; promueven también de cierta forma la continuidad con esa obsesión de que las cosas se hagan en tiempo y forma.
Y hablando de tiempo, por lo general, la impuntualidad es otro factor detonador de angustia, no se comprende el hecho de que alguien llegue tarde a una cita, a un encuentro o a cualquier lugar ¿por qué disponer del tiempo ajeno? ¡Pero qué falta de consideración! Para una persona con TOC, el tiempo es oro, la organización y la administración de éste es básico para no romper con esa rutina que le genera calma y control. Tener que esperar a alguien que quedó formalmente en un encuentro, es interpretado como una falta de consideración y de respeto por el tiempo ajeno, es malgastar el tiempo planeado y es por lo tanto romper con el minucioso plan y perder parte del tiempo destinado a otras actividades. Ojo, no quiere decir que sean inflexibles, es verdad que su rigidez a veces frustra y es que se tiene un plan a detalle establecido, pero esque si hay una explicación razonable, tampoco es que sean intolerantes e inconscientes; se pueden adaptar, les cuesta, pero se pueden adaptar. Sucede algo parecido con las sorpresas, gustan y alegran por el esfuerzo y el detalle, pero de momento descolocan porque no se participó en la planeación perfecta, no se estuvo en control, no se esperaba, no se analizó y es verdad que cuesta reinsertar el nuevo itinerario en lo que ya se tenía planeado.
Por lo general, estas personas también tienen problemas para delegar a otros, se les sale de control lo que no depende de ellos y prefieren hacerlo con sus propias manos para obtener los resultados deseados en tiempo y forma. Así, si algo sale mal, son ellos mismos con los que tienen que lidiar ante la frustración; y no, no es que sean proactivos por una cuestión de soberbia, es más bien una cuestión de planificación, control, perfeccionismo, orden y eficacia desde su propia perspectiva, siguiendo su propio modo.
Como resultado, al ser generalmente personas proactivas y estructuradas, cuando se proponen algo no paran hasta conseguirlo, son tenaces y actúan ¡lo hacen y lo hacen bien!
El TOC no se cura, más bien, se aprende a gestionarlo y a vivir con ello. Se vuelve parte de la personalidad, de ser únicos y diferentes. Habrá picos y temporadas mejores, habrá detonadores y neutralizadores por periodos, pero así es como funciona el cerebro de quien lo tiene y forma parte de esa esencia. Se puede tener una vida “normal” y feliz como la que puede tener cualquiera, al final… ¿Qué es lo normal? ¿Quién marca el parámetro de la felicidad? Mi respuesta a estas preguntas es que cada uno tiene su propia pauta y no es cuestionable. Sí que existe un común denominador, unas reglas básicas de convivencia y comportamiento como parte de una sociedad, pero la pauta clave es ser fiel a tus principios, tener tus prioridades claras y tratar de ser feliz a tu manera. Simplemente conducirse con educación y respeto hacia sí mismos y los demás.
Como parte de la terapia para contrarrestar el TOC, hay tratamientos, acompañamiento y medicamentos, pero principalmente hay que hablarlo y hay que exponerse a ello de manera consciente, finalmente, no tendría por qué padecerse en silencio, porque reconocerlo también libera presión, abre la perspectiva y muestra herramientas, pero también lo expone a quienes no lo viven tan de cerca. No, no es que sean simples manías, locuras o chorradas las que se te ocurre pensar o hacer; esto existe, es un trastorno real que socialmente está infravalorado y con poca apertura al entendimiento.
La meditación y el autoconocimiento sin duda ayudan; cada uno encontrará su propia fórmula, pero no se puede pretender vivir como si no se tuviera, todo a su tiempo, todo a su ritmo y hasta donde deje de resultar incapacitante, hasta que razonablemente quepa dentro de la perfección buscada pero sin que produzca malestar si esto no sucede. No vale que sean los demás quienes con burlas y poca empatía empujen una situación que descoloca con el afán de “ayudar” porque lejos de ayudar lo agudiza. Si no te afecta, si no tienes que cambiar tus hábitos y tu rutina como parte cercana de esa persona, no lo forces, trata de que fluya de manera natural y cuando notes que hizo alguna cosa sin caer en actitud TOC aplaudelo, hazlo notar (-veo que empezaste a comer sin limpiar los cubiertos, he notado que pisaste descalza el suelo, lo hiciste bien porque no enderezaste el cuadro en la casa ajena, me dí cuenta que rompiste tu rutina cuando hiciste esto, lograste no cambiar el sentido del papel de baño que no era tuyo, te pusiste una ropa diferente a la que habitualmente te acomoda, ahora cambiaste tu repetición de esta manera, saliste así de tu zona de confort cuando hiciste tal cosa, pasaste por alto una acción de esta u otra forma…)
Apela como familiar a no juzgar pero tampoco seas cómplice y facilitador fomentando las dinámicas obsesivas, simplemente deja que se exprese a menos que ponga en riesgo su vida o te afecte directamente, respeta y entiende que a la persona hay situaciones que le causan sentimientos de angustia, no ridiculices sus acciones, pero tampoco guardes silencio como si esto no existiera, documéntate al respecto y hazte presente para brindar tu apoyo si lo necesita desde el acompañamiento.
Una persona con TOC puede tener síntomas fluctuantes, es decir, hay temporadas en que parece que ha sido superado y otras en las que hay un detonador variable y esto regresa con fuerza. No hay un patrón, pero sí una constante, son pensamientos, sentimientos y acciones no buscadas que tienen repercusiones en el actuar de la vida diaria y que causan un desgaste emocional y mental si no se resuelven de cierta manera.
Entendamos que el TOC no te define, tú no eres tu trastorno, eres una persona valiosa que tiene como parte de su esencia un trastorno con el que puede ser difícil, pero no imposible lidiar. Dejemos como sociedad a un lado los estereotipos, las etiquetas y abramos la mente al entendimiento de que lo “diferente” no es que sea raro, es que simplemente es así para algunos. Cada uno con lo suyo, a cada uno le tocan diferentes cosas, nada está dentro de nuestro absoluto control, pero todos, absolutamente todos elegimos la manera de vivir con lo que nos tocó y buscamos herramientas, pero sobre todo, buscamos vivir contentos.
Así que, si crees que tienes un familiar o una persona cercana que lo padece, que necesita ayuda porque está emocionalmente mal, que le cuesta socializar o salir, que le ocasiona ansiedad o angustia paralizante, que le está haciendo daño, si percibes que se está poniendo en riesgo de alguna manera, si la está incapacitando en su trabajo, en su escuela, en sus actividades o está impactando negativamente la relación de pareja o familiar. Entonces, debes saber que tiene un pronóstico esperanzador y un tratamiento así que acérquense a un especialista para conocer la mejor estrategia en cada caso particular.
Ahora, si es una persona que lo padece, principalmente perfeccionista, rutinaria, que cae en hábitos establecidos, hace listas y presenta ciertos síntomas obsesivo compulsivos pero que no le ocasiona mayor problema en su operar diario, si no afecta tu propia rutina o la vida familiar; entonces sé empático, y con empatía me refiero a que tengas la voluntad de comprensión ante la situación presente, aunque definitivamente no compartas esos mismos hábitos, sentimientos o pensamientos.
Entiende que las personas con TOC no es que sean raras ni desquiciadas, ellas no eligen comportarse de esa manera, son conscientes y actúan así como intento de solución y funcionamiento ante lo que están sintiendo; así que documéntate, busca empatía y ofrece tu apoyo sin burlas ni juicios.
©Mónica Cué
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