Por Mónica Cué
Vivir como parte de una sociedad es forzosamente buscar armonía al relacionarnos con los demás. Por eso, no podemos ensimismarnos tajantemente en decir que no nos importa nada de lo que los demás piensen. Una cosa es no dejarte influenciar por las opiniones, normas, gustos o los prejuicios ajenos y otra es que verdaderamente no te importe nada. Somos seres sociales y por supuesto que nos importa.
Ahora, entiendo que es difícil ser auténtico en una sociedad que te quiere como claramente no eres, pero por ello, es nuestra responsabilidad interpretar y utilizar a nuestro favor todos los recursos.
En persona, por teléfono y no verbalmente generamos imagen y percepción constantes, también por obvio que parezca hasta en los mensajes de texto hay interpretación, imágen pública y protocolo.
Interpretar los mensajes de todo tipo que nuestro entorno ofrece es indicio primordial de entendimiento y claridad. El tono de voz, el énfasis, el volumen y las palabras utilizadas tienen significado relevante en la comunicación y el modo de relacionarnos con los demás. Pero, con el avance de la tecnología, la comunicación en persona ha evolucionado a la palabra y el uso de mensajes de texto también tiene que saber ser interpretado. En estos últimos no existe la entonación y el contexto puede ser fácilmente malinterpretado. Importante ser claros y asegurarse que eso no suceda, pero también hay señales ocultas en este tipo de mensajes y medios de comunicación escritos los cuales hay que interpretar básicamente de la siguiente manera: No recibir mensaje... es un claro mensaje, por mucho que esto duela. Los mensajes también pueden estar ocultos detrás de una pantalla sin entonación ni gestos, hablar con alguien que se escuda detrás de una pantalla lleva una carga meramente interpretativa y al utilizar ciertas palabras, ciertos caracteres o ninguno de los anteriores todo se complica, porque no recibimos contacto visual o imagen física, pero si tampoco recibimos respuesta alguna de regreso… el mensaje de falta de interés, es claro ¿cierto?. Lo mismo sucede cuando en persona hablamos con quien que en lugar de hacer contacto visual y poner atención, está más atento de conectar con personas que no están presentes, jugando o viendo fotos en una pantalla; el mensaje recibido es como de estar hablando con una pared, es una muestra total de falta de respeto y desinterés. Oir, no es igual que escuchar, estar no es lo mismo que convivir ¿mensaje recibido?
Ahora…De la misma manera que estamos bombardeados con mensajes digitales y entre líneas, sucede con nuestro aspecto y la interacción en persona ¡Todo se interpreta! Los primeros seis segundos de conocer a alguien son cruciales para la impresión que damos o percibimos.
Tu imagen personal es el espejo de tu estado de ánimo y tu personalidad.
Tu apariencia es tu sello, llama, habla sola y también desata marcadores que influyen en el estado de ánimo. Así que piensa que te arreglas para tí, para verte y sentirte bien física y emocionalmente, pero también para dar una imagen agradable a tu entorno y elevar la percepción de tu persona, para subir tu ánimo, tu autoestima, aumentar también la motivación que tienes ante la vida y por lo tanto obtener mejores resultados.
Sí que es verdad que conforme más edad tendemos, hay que hacer más esfuerzo por arreglarse, por verse mejor y que esto tenga un reflejo positivo de manera generalizada en nosotros y hacia el exterior. Está bien si te quieres dejar las canas, está bien si tu cuerpo no es perfecto, si decidiste dejar de maquillarte; todas esas son decisiones personales pero también envían mensajes claros y estos mensajes se interpretarán de diferente manera si lo refuerzas con tu actitud, tu seguridad e interacción. Es un todo.
Nosotros no podemos cambiar la percepción o reacción de los demás pero si demuestras seguridad y tienes buena actitud a pesar de ello, te va a llevar a mejor puerto, pero sobre todo te va a llevar a estar en paz. Asumir, no es lo mismo que aceptar, y aceptar los cambios físicos, no quiere decir que nos dejemos ir, nos tiremos a la fodonguez, al es lo que hay, no me importa lo que digan y nos descuidemos sin preocuparnos por estar mejor. Una persona con canas es el claro ejemplo de que hay contrastes en la interpretación… Puedes enviar un mensaje de verte completamente descuidada si tu actitud y tu apariencia general así lo comunica o puedes verte espectacular, peinada, limpia, arreglada, alegre, con actitud positiva y receptiva. Con esto lo que quiero decir es que el problema no es que alguien se deje las canas o se deje de arreglar, el problema es que se abandone y se vea completamente descuidada, porque el exterior muestra una imágen que habla sin querer, es reflejo de lo que se trae por dentro, y además, ese exterior y nuestra propia percepción, interviene directamente en nuestra motivación, en nuestra autoestima y por lo tanto en los resultados que obtengamos y lo que transmitimos.
Claro que todos queremos vernos bien frente al espejo, sentirnos cómodos en nuestra piel, pero necesitamos hacer que esto suceda, creernosla, querernos y aceptarnos primero nosotros. Para esto, necesitamos cambiar hábitos, desaprender conductas y pensamientos heredados, romper estereotipos que aplastan, cambiar hábitos e ideas que se perpetúan sin darnos cuenta y que sólo nos están alejando de lo que queremos ver en ese reflejo. Nos dejamos influenciar por estigmas como que las canas se pintan, que las lonjitas no se ven bien, que las arrugas te hacen ver vieja, que los pelos en el cuerpo no, que si tienes estrías no te cuidaste, que si te vistes de esta u otra manera, que si fulana se operó, que si se puso botox, que si estás con sobrepeso no te cuidas, que si dices, que si haces... Entendamos que cada quien tiene sus razones, cada consecuencia tiene su causa, cada decisión viene por un motivo y las vivencias, las inseguridades y las razones de cada quien no son más que eso, de cada quien… La tirada no es querer aparentar una edad que no tenemos, pero todo se reduce nuevamente a la imagen y a tratar de verse lo mejor posible a cualquier edad.
Aunque no podemos evitar recibir los mensajes inconscientes del entorno, empecemos por nosotros mismos a crear la propia, pero también a respetar la imagen que cada quien quiera de su persona, sigamos por formar una red de apoyo y por ser empáticos entre nosotros como sociedad ¡Cambiemos la perspectiva! Intentemos ver que detrás de cada cana hay un aprendizaje o una pena, de cada estría probablemente un hijo, de las lonjitas seguramente un prejuicio acompañado de muchos sacrificios, entendamos que no queremos ni podemos pretender vernos como hace 20 años y que también el estado del cuerpo y la piel que tanto cuidamos nos representa; cada arruga habla de que he llorado, he reído, he vivido, pero sobre todo de que estoy viva, acumulo años y estoy agradecida por ellos, por que significa que sigo aquí, motivada, con planes, proyectos y con ganas, con ganas de vivir y con impulso hacia todo lo que sigue.
Entonces, hay que echarle ganitas a nuestra imagen y vestirnos para el éxito. Cuidarnos el cuerpo, la piel, mantenernos saludables, poner atención en nuestra actitud, nuestra salud mental, hacer elecciones inteligentes a la hora de comer, tener proyectos, cambiar hábitos hacia la autoaceptación y entonces como consecuencia, vernos y sentirnos bien.
Y la cosa tiene fondo, porque el cómo te ves, cómo te hablas lleva influencia directa también en lo que permitimos de otros, en cómo ellos nos ven y nos tratan. Es de sorprender cuando nos damos cuenta que la percepción que tienen los demás de nosotros generalmente es mejor que la que tenemos de nosotros mismos ante el espejo ¿por qué será? Y es que los que más defectos nos encontramos somos nosotros mismos y nos convertimos en nuestro sabotaje más grande. Por eso, hay que hacer conciencia, quererse, aceptarse, arreglarse para el éxito y dejar de sabotearnos, dejar de inventar una realidad que no existe y que dista mucho de lo que en verdad es. Sólo nosotros lo vemos y muchas veces lo que es peor, somos nosotros los que lo hacemos evidente ante los demás.
Por lo general, es tan obvio, que obviamos el hecho de ser dueños de nuestro aspecto, de nuestras palabras y de nuestros pensamientos, pero son estos los que nos limitan a ser o hacer. Los que nos limitan las creencias, la conducta, las capacidades que pensamos no tener, las oportunidades que dejamos pasar, los miedos que permitimos nos paralicen e impiden avanzar o las inseguridades que nos hemos creado e intervienen en nuestra propia percepción. Simplemente perdemos gracias a nuestros pensamientos limitantes la oportunidad de explorar a tope nuestra vida y disfrutarla, sentimos que no tenemos el derecho de merecimiento y somos nosotros nuestro más grande impedimento.
Tristemente, cuando nos miramos al espejo, lo primero vemos son las cosas que no nos gustan y me atrevería a decir que seguramente los demás nos describirán mucho mejor de lo que hacemos nosotros mismos, ¿por qué cuando a alguien le va mal, lo alientas y cuando a tí te va mal, te hundes? Por ahí es que empezamos mal, los pensamientos y la inseguridad nos secuestran y eso… eso habla hacia nuestro interior pero también genera mensajes claros hacia la comunidad en que vivimos y esa es la imagen que transmitimos.
Entonces… trabaja en ello, vístete, arréglate para el éxito y recupera la seguridad personal, cuida tu imagen, crea y moldea tu propia imagen, envía tu propio mensaje. Te sorprenderías de ver la percepción que el mundo tiene sobre tí, pero empieza creyéndola tu.
Piensa que siempre eres más fuerte y más capaz de lo que crees. Muchas veces eres tú el mayor crítico, tu limitación más grande y aseguras que no eres capaz para hacer algo, pero… Lo intentas, lo logras y lo haces fantástico; resulta que descubres un yo que no conocías, un yo capaz, echado para adelante, recursivo y atractivo para tí y el mundo. Así que descúbrete, atrévete, procúrate, cuídate, enriquecete y ya de meterte el pie.
¡Vístete para el éxito! alcanzalo y sácale partido.
©Mónica Cué
Cuidar tu imagen y nunca perder la seguridad en uno mismo son las dos cosas que te ayudarán en la vida a tener éxito. Muy bien dicho.